Papa llama a no burlarse de indígenas: «¿Qué diferencia hay entre llevar plumas y el tricornio de los obispos?»

En el marco del Sínodo por la Amazonía, el Pontífice llamó a «acercarse» a los pueblos de esta zona, en una jornada marcada también por el debate en torno al celibato y la participación de mujeres en el catolicismo.

EL VATICANO – El Sínodo de los obispos sobre la Amazonía, que se abrió este lunes en el Vaticano, comenzó con la petición de ser cercanos y respetar a los pueblos indígenas y sus problemas, y por otra parte se puso sobre la mesa el debate sobre la posible ordenación de los hombres casados.

Esta jornada se caracterizó por los cantos y bailes indígenas con los obispos y cardenales en San Pedro y con una procesión desde la basílica al aula del Sínodo con el Papa Francisco rodeado de indígenas y en la que se llevaron objetos de la tradición de los pueblos originarios, como canoas, remos y redes.

Después, el Papa en su intervención de apertura pidió «acercarse a los pueblos de la Amazonía con corazón cristiano» y «de puntillas, respetando su historia, sus culturas y su estilo en buen vivir, en el sentido etimológico de la palabra y no socialmente, como hacemos a menudo».

Asimismo denunció la actual discriminación de los indígenas y puso como ejemplo la pena que sintió al oír «un comentario burlón sobre ese señor piadoso que llevó las ofrendas con plumas en la cabeza» durante la misa de ayer domingo. «¿Díganme, qué diferencia hay entre llevar plumas y el tricornio que usan algunos oficiales de nuestros dicasterios?, preguntó a los presentes.

Ordenación de sacerdotes y ministerio para mujeres

El tema más controvertido de este Sínodo lo puso sobre la mesa el relator general, el cardenal Claudio Hummes, cuando recordó en su intervención ante los más de 270 participantes la falta de sacerdotes en la Amazonía.

«La celebración de la Eucaristía, por lo menos el domingo, es fundamental para el desarrollo pleno y progresivo de las comunidades cristianas», recordó, y agregó que «habrá que trazar caminos hacia el futuro».

Señaló que algunas de estas vías son propuestas por las comunidades indígenas, como que se abra camino a la ordenación sacerdotal de los hombres casados que en ellas habitan, considerada la gran carencia de curas que aflige a la mayoría de las comunidades católicas de la Amazonía».

También introdujo otro tema polémico, como que se reconozca el servicio de las mujeres en esta región «con la creación de un ministerio».

Ambas sugerencias, que se tratan de dos temas que han enfurecido al ala ultraconservadora de la Iglesia, generaron los aplausos de los participantes, entre ellos 113 obispos procedentes de los nueve países amazónicos: Guyana Francesa, República Cooperativista de Guyana, Surinam, Venezuela, Colombia, Ecuador, Brasil, Bolivia y Perú, además de expertos, auditores y representantes de estas comunidades indígenas.

Iglesia y la Amazonía

Hummes también defendió que la Iglesia se ocupe de la Amazonía. «Ella no puede permanecer sentada en su casa, cuidando sólo de sí misma, encerrada entre paredes protectoras. Y menos aún mirando hacia atrás, añorando los tiempos pasados. La Iglesia necesita abrir sus puertas de par en par, derrumbar los muros que la rodean», aseveró.

También recordó que en las reuniones de preparación del Sínodo «surgió que la amenaza a la vida en la Amazonía se debe a los intereses económicos y políticos de los sectores predominantes de la sociedad actual, en especial las empresas, al extraer de forma predatoria e irresponsable».

En la rueda de prensa posterior a la primera sesión del Sínodo, el obispo de Puerto Maldonado (Perú), el español David Martínez de Aguirre, señaló que «la Amazonía es una realidad hermosa, pero tiende a ser absorbida por el resto del país», y que «hay mucha soledad en esos lugares».

Mientras, la misionera Alba Teresa Cediel Castillo afirmó que «la situación de la mujer en la Amazonía es muy triste y tiene una carga de trabajo extremadamente pesada».

Por otra parte, Francisco en su intervención también recordó que para debatir existe el «camino sinodal», y no las «salas», las «mesas redondas» y las «conferencias», y que el «Sínodo no es un parlamento o un locutorio, no se trata de demostrar quién tiene más poder sobre los medios y quién tiene mas poder entre en las redes para imponer cualquier idea o cualquier plan».

Unas palabras que llegan después de las críticas de algunos cardenales en varios medios a la realización de este Sínodo y al documento de trabajo, que según ellos contendría incluso herejías.

«Esto configuraría un Iglesia congregacionalista, si pretendemos buscar por medio de las encuestas quién tiene la mayoría. Una Iglesia sensacionalista tan lejana de nuestra madre la Iglesia católica», continuó.

Ante las «resistencias», que dijo «es normal que las haya», el Pontífice pidió orar, rezar mucho, reflexionar, dialogar y escuchar con humildad y no creer que se sabe todo».

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