Por qué se produjo la histórica caída del petróleo y qué distanció a Rusia de Arabia Saudita

La negativa rusa a la OPEP de reducir la producción petrolera para controlar los precios, dio paso a la peor caída de su transacción desde la Guerra del Golfo Pérsico en 1991.

Un duelo entre dos titanes del petróleo -Arabia Saudita y Rusia- está afectando con sus ondas expansivas al mercado energético, con un amplio rango de implicancias para los consumidores y las compañías del rubro, incluyendo las que operan en el primer productor mundial, Estados Unidos.

En lo inmediato, los precios del petróleo sufrieron su peor caída en un día desde la Guerra del Golfo en 1991. El precio del crudo estadounidense llegó a caer hasta un 34%, llegando a 27,34 dólares por barril, una baja sorprendente para un día y que significa el precio más bajo desde principios de 2016. En las transacciones de la mañana en Nueva York, el petróleo de EE.UU. descendió un 20% hasta llegar a 33,16 dólares por barril, causando pérdidas masivas por acción a las compañías energéticas.

La caída ocurre luego de la negativa de Rusia la semana pasada a la OPEP, que proponía reducir la producción para así mejorar los precios. Arabia Saudita, el miembro líder de la OPEP, ahora ha optado por reducir sus precios y dar señales de que aumentará la producción.

Esta es una mirada a cómo se ha desatado esta batalla por el precio del petróleo y qué implicancias podría tener en el largo plazo para la industria, así como para los consumidores.

¿Por qué están cayendo los precios del petróleo?

Primero ocurrió el brote de coronavirus, que redujo las posibilidades de movilización y transporte, lo que significó una desaceleración económica que golpeó particularmente fuerte la demanda por combustible. El índice de referencia internacional de Brent, ya había caído de 69 dólares a principios de año, hasta alrededor de 50 dólares.

Luego ocurrió la reunión de la semana pasada entre los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y algunos países que no pertenecen al grupo. El principal ítem de la agenda era discutir un recorte de la producción de 1,5 millones barriles diarios, es decir, alrededor del 1,5% de la producción mundial. La idea era evitar que los precios se siguiesen hundiendo, ya que se espera que la demanda descienda este año. Arabia Saudita, el segundo mayor productor del mundo, quería que Rusia —el tercero en la lista— y otros países fuera de la OPEP, se encargasen de cortar unos 500.000 barriles diarios de producción.

Desde 2016, los saudíes y los rusos habían trabajado en conjunto en temas relativos a la producción petrolera. Sin embargo, en esta oportunidad los rusos se negaron. Rechazaron sumarse a los nuevos cortes, o incluso extender los cortes de producción ya vigentes, que debían expirar a fines de marzo. Los saudíes contraatacaron, diciéndole a sus clientes que acelerarían la producción y reducirían los precios para los compradores asiáticos.

¿Cuál es el objetivo de Arabia Saudita con estas medidas?

Primero, proteger la participación de mercado. Tanto Arabia Saudita como Rusia han observado cómo productores estadounidenses se han quedado con algunos de sus compradores, y la caída de precios ayuda a mantener a los clientes a bordo.

En segundo lugar, Arabia Saudita podría esperar que el peso de los precios bajos pueda forzar a que Rusia vuelva a pensar su posición. «Arabia Saudita ha lanzado una guerra de precios de facto en contra de Rusia, prometiendo vender su petróleo con descuento en orden de maximizar sus ingresos», dicen analistas del banco UniCredit. «Pareciera que Arabia Saudita quiere solidificar su posición como el mayor exportador mundial de petróleo y convencer a Moscú de que regrese a la mesa de negociaciones», añaden.

¿Qué hay detrás de la negativa de Rusia?

Puede que Rusia no haya visto alguna utilidad en cortar la producción, y que sólo le hubiese significado perder más participación de mercado, ya que los productores estadounidenses en Texas y Nuevo México tomarían el relevo. Analistas dicen que Arabia Saudita podría estar subestimando la habilidad de Rusia de resistir la baja de precios. Ambos países son muy dependientes de las ganancias por el petróleo en sus presupuestos nacionales. Pero Rusia dice que puede manejar su financiamiento interno con un precio de alrededor de 42 dólares para su crudo de referencia. Arabia Saudita, por contraparte, necesita que sea más de 80 dólares, de acuerdo al Fondo Monetario Internacional (FMI).

Lo que Arabia Saudita ha hecho es dejar los precios tan bajos, que ambos sentirán un duro golpe.

Rusia, en tanto, puede que tenga además un objetivo a largo plazo: complicar a la industria petrolera de Estados Unidos. «Los rusos están haciendo esto con consideraciones estratégicas de largo plazo», dice Tom Adshed, director de investigaciones de la firma consultora Macro-Advisory, ubicada en Moscú. «Su visión es que haciendo esto, pueden dañar la salud financiera de los productores de petróleo de esquisto, y al hacer esto desactivar buena parte de la capacidad estadounidense, por tanto, eliminando a productores de EE.UU. como fuente de competencia. También tienen conciencia de que, si recortan la producción, beneficiarán principalmente a los productores estadounidenses», agrega Adshed. «Por tanto han decidido que van a aceptar un golpe en el corto plazo, para poder infligir daño a uno de sus mayores competidores».

Stephen Innes, jefe de estrategia de mercados en la compañía de servicios financieros AxiCorp., dice que el Presidente ruso Vladimir Putin también puede haber decidido golpear de vuelta a la industria estadounidense, luego que Washington aplicase sanciones a la estatal petrolera rusa Rosneft, por comerciar petróleo venezolano.

¿Qué significa esto para los productores?

Los bajos precios actuales podrían frenar la actividad en la industria de petróleo de esquisto en Estados Unidos. Una caída en los precios ocurrida entre 2014 y 2016, dañó a compañías en lugares como la Cuenca Pérmica al oeste de Texas y en el este de Nuevo México. De acuerdo al Banco de la Reserva Federal de Dallas, 50 dólares por barril es el precio con el cual es rentable perforar un nuevo pozo en Estados Unidos. Los grandes prouctores, como Exxon, ya han retrocedido con precios de 50 dólares por barril. En Texas, el número de plataformas activas cayó de 553 en octubre de 2018 a 398 en enero de 2020. En una ventana similar de tiempo, la industria petrolera en Texas ha dejado de ofrecer 14.000 puestos de trabajo.

«Con la paralización de la fase de crecimiento en el boom del petróleo de esquisto, debido a la falta de inversión, ahora esta industria en Estados Unidos podría estar chocando contra un muro», alerta Innes de AxiCorp.

En tanto, el presidente de la Agencia Internacional de Energía, Fatih Birol, cree que la industria del petróleo de esquisto logrará sobrevivir.

¿Qué impacto tiene para los consumidores?

El precio de la gasolina en Estados Unidos es un reflejo del precio del petróleo, por lo que la baja del crudo significa menores valores en las bombas de bencina, con un retraso de unas seis semanas. Por ahora, están a 2,42 dólares, de acuerdo a la Administración de Información Energética de EE.UU. Cuando el crudo cayó a 36 dólares en 2016, los precios de la gasolina promediaron 2,15 dólares.

El impacto es menos pronunciado en Europa, ya que la mayor parte del precio se debe a impuestos. Actualmente, la gasolina cuesta 1,32 euros por litro en Alemania.

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