El Congreso de EE UU discute un nuevo plan de estímulos y evidencia que los dos billones aprobados son insuficientes
WASHINGTON – El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, afirmó este martes que, siguiendo la órdenes del presidente Donald Trump, ha iniciado conversaciones con los líderes del Congreso para sacar adelante un plan de rescate por 250.000 millones de dólares adicionales para el programa de préstamos a pequeñas empresas afectadas por el parón económico que ha supuesto el coronavirus. Esta nueva ola de estímulos, que el Senado podría votar este jueves según Mnuchin, se sumaría a los 350.000 millones que incluía el proyecto de ley de estímulo de 2,2 billones de dólares aprobado a finales de marzo, dejando en evidencia que hasta el plan de rescate económico más potente de la historia de Estados Unidos es insuficiente ante esta crisis. Trump despidió repentinamente este martes al inspector general interino del Pentágono, Glenn Fine, quien era el encargado de supervisar el manejo del multimillonario salvavidas económico. Los demócratas calificaron la medida de “corrupta”.
Independiente de las intenciones de Mnuchin de sacar cuanto antes las ayudas a las pequeñas empresas, los legisladores demócratas están contemplando un nuevo paquete de rescate alternativo. La líder demócrata de la Cámara de Representante, Nancy Pelosi, dijo este lunes a los congresistas de su formación que ascendería “fácilmente” a más de un billón de dólares, según dos funcionarios que participaron de la conferencia telefónica y que hablaron bajo condición de anonimato a The Washington Post. A pesar de que el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, no se ha referido a un montante, sí afirmó este lunes que el Congreso deberá volver a actuar con un plan agresivo. “Todo lo que puedo decir es que creo que definitivamente vamos a necesitar otro proyecto de ley de rescate y creo que tendrá que ser grande y audaz porque el problema es muy grande”, sostuvo.
El paquete que están negociando los legisladores con la Casa Blanca es el cuarto durante la crisis del coronavirus. A principios de marzo, el Congreso aprobó un proyecto de ley de emergencia por 8.300 millones de dólares, destinado principalmente a apoyar la infraestructura de la salud pública. A los pocos días sacaron adelante un paquete de casi 100.000 millones para pruebas gratuitas de coronavirus, cupones alimenticios y vacaciones pagadas limitadas. Finalmente, llegó el gran plan de rescate, cuando se contemplaba que el brote era “la amenaza más seria para la salud de los estadounidenses en un siglo y probablemente el mayor riesgo para el empleo y la prosperidad de EE UU desde la Gran Depresión», en palabras de McConnell.
Durante la conferencia de prensa que mantuvo Pelosi con los legisladores, también participó la expresidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, quien proyectó que la tasa de desempleo probablemente alcance el 13%, según informa The Washington Post. El jueves pasado el Departamento de Trabajo publicó que casi 10 millones de personas solicitaron las ayudas por desempleo en los últimos 15 días. Un dato sin precedentes en la historia de la primera potencia mundial que debido a la pandemia ha roto la racha de casi una década de creación continuada de trabajo.
“Vamos a cuidar a nuestros trabajadores. Vamos a cuidar a nuestros ciudadanos. Nos ocuparemos de nuestras pequeñas empresas. Nos ocuparemos de nuestros grandes negocios», dijo Trump este domingo en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, intentando enviar un mensaje tranquilizador en medio de la incertidumbre y cuando los casos de contagios y muertes por el coronavirus crecen exponencialmente. Este martes el mandatario despidió de manera abrupta al inspector general interino del Pentágono desde 2015, Glenn Fine, quien estaba a cargo del Comité de Responsabilidad de Respuesta ante Pandemias, donde una de sus responsabilidades era supervisar la ley de estímulo de cerca de dos billones de dólares.
Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata del Senado, calificó el despido de Fine de una medida “corrupta” y otros legisladores afirmaron que no recibieron ninguna justificación del cambio. El cargo lo ocupará de manera interina Sean O’Donnell, inspector general de la Agencia de Protección Ambiental. Los medios locales describen a Fine como un funcionario con reputación de independiente. El viernes pasado Trump despidió a Michael Atkinson, inspector general de inteligencia, quien fue el que trasladó al Congreso la queja del denunciante anónimo que abrió la trama ucrania.
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