Bolsonaro destituye a su ministro de Salud en plena crisis del coronavirus

Mandetta, un médico que apela a la ciencia, era un firme partidario del aislamiento social, que el presidente quiere relajar para reactivar la economía.

SAO PAULO – El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha destituido este jueves a su ministro de Salud en plena crisis del coronavirus tras semanas de tensiones entre ambos sobre la estrategia frente a la pandemia. El mandatario ha confirmado la destitución anunciada en Twitter por el saliente Luiz Henrique Mandetta. “Acabo de saber por el presidente Bolsonaro de mi destitución”, ha tuiteado este médico y antiguo diputado al que el mandatario se ha enfrentado abiertamente.

El titular de Salud había dicho que solo se iría si era cesado porque “un médico no abandona a su paciente”. El presidente ha presentado poco después al nuevo ministro, también médico. El oncólogo Nelson Teich es la persona elegida para dirigir el ministerio. La covid-19 ha causado la muerte de 1.736 personas y ha contagiado a más de 28.000 desde que a finales de febrero, justo después del carnaval, fue detectado el primer caso. Mandetta, que en sus ruedas de prensa diarias insistía en que solo se guía por la ciencia, es un firme partidario del aislamiento social, que el presidente quiere relajar para reactivar la economía.

Bolsonaro ha insistido en su comparecencia junto al nuevo ministro en el palacio de Planalto de Brasilia que “el medicamento no puede tener efectos secundarios más dañinos que la enfermedad misma”, en referencia a los daños que la economía está sufriendo desde que los gobernadores, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y del ministerio del ramo, decretaron cuarentenas con el cierre de colegios, de comercios y con el envío de millones de empleados a trabajar desde casa. El presidente brasileño es partidario de que solo los ancianos y las personas enfermas se aíslen, cosa que según los expertos es insuficiente para frenar los contagios y evitar el colapso de los hospitales.

El presidente ha agradecido “al señor Henrique Mandetta” su trabajo y a Teich por aceptar su invitación a dirigir el ministerio. El momento de su llegada es sensible a más no poder porque los especialistas pronostican que el pico de la enfermedad llegará en unas semanas. El mandatario minimizó al principio la amenaza de la epidemia al tacharla de gripecilla. “Estamos juntos en defensa de la vida del pueblo brasileño, en defensa de los empleos y también buscando traer tranquilidad y paz a nuestro pueblo””, ha declarado Bolsonaro, que había acusado al destituido ministro de meter miedo a la ciudadanía y a la prensa de agitar la histeria.

Desde hace ya varias semanas los brasileños siguen minuto a minuto el pulso que libran el presidente y su ministro de Salud en torno al aislamiento social, que se ha convertido junto a una medicación llamada cloroquina, en el centro de una formidable batalla política. Mientras Mandetta sostiene desde el principio que, sin una vacuna ni tratamiento, que la ciudadanía se quede en casa es la manera más eficaz de reducir los contagios, Bolsonaro es partidario de reabrir el comercio y retomar la actividad para evitar una hecatombe económica. El jefe del Estado se ha saltado reiteradamente las recomendaciones del Ministerio de Salud al salir reiteradamente a la calle, creando aglomeraciones, saludando a sus admiradores y haciéndose selfies con ellos. El alcalde de Manaos, la capital del estado de Amazonas, donde los hospitales están al borde del colapso, le ha llegado a acusar de ser el principal aliado del virus y de hacer campaña contra el aislamiento social.

Brasil, el país por donde el coronavirus llegó a América Latina, es el que tiene mas fallecidos y más casos confirmados en la región. La expansión de la enfermedad se ha ralentizado en los últimos días por motivos desconocidos para los expertos, que anticipan que el pico llegará en las próximas semanas. Pero los pacientes actuales ya están poniendo a prueba la resistencia del Sistema Único de Salud, el SUS, el extenso sistema de sanidad pública que atiende al 85% de los 210 millones de brasileños. Las UCIs de dos estados, Amazonas y Ceará, están al límite y las del epicentro de la epidemia en el país, el estado de São Paulo, tienen una ocupación que ronda el 80%.

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