Nueva Zelandia evalúa el aplazamiento de las elecciones de septiembre debido a la pandemia
El Parlamento debía ser disuelto este miércoles para permitir la celebración de los comicios del próximo mes, pero la Primera Ministra Jacinda Ardern postergó ese hecho al lunes para ver cómo evoluciona la situación sanitaria.
AUCKLAND – La Primera Ministra de Nueva Zelandia, Jacinda Ardern, sopesaba este miércoles la idea de aplazar las elecciones de septiembre debido a un resurgimiento de la pandemia de covid-19, mientras los expertos investigan el origen de los nuevos casos en el país, que no registraba contagios locales desde mayo.
Las autoridades sanitarias ordenaron el confinamiento de la población de Auckland, la ciudad más grande del país, donde se registraron cuatro probables casos del nuevo coronavirus, lo que eleva el total del brote a ocho.
Con 1,5 millones habitantes obligados a permanecer en sus casas durante tres días, y millones más preocupados por un rebrote más amplio de covid-19, Ardern afirmó que estaba consultando a la comisión electoral sobre la posibilidad de retrasar las elecciones del 19 de septiembre.
El Parlamento debía ser disuelto este miércoles para permitir la celebración de los comicios. Ardern anunció que aplazaba esta disolución al lunes para ver cómo evoluciona la situación sanitaria.
«En este momento, es demasiado pronto para tomar una decisión pero esto da flexibilidad, si es necesario», declaró la dirigente laborista, que es la gran favorita en los sondeos para las elecciones.
La líder del Partido Nacional, Judith Collins, a la cabeza de la oposición conservadora, pidió en cambio aplazar la votación a finales de noviembre, incluso al año que viene.
«Simplemente no es razonable decir que tendremos elecciones justas, cuando los partidos de oposición no son libres de hacer campaña», declaró.
Vuelta al confinamiento
La Organización Mundial de la Salud había erigido a Nueva Zelandia en ejemplo de buena gestión de la crisis sanitaria.
Con 22 muertos para una población de cinco millones de habitantes desde el inicio de la pandemia, el país no había documentado contagios locales en 102 días. Pero el martes, cuatro personas de una misma familia -sin historial de viajes al extranjero- dieron positivo.
Los ciudadanos de Auckland ven así cómo acaban semanas de una vida casi normal en Nueva Zelandia, donde los espectadores acudían a eventos deportivos y culturales, y los restaurantes seguían abiertos.
Ardern restringió además las reuniones a diez personas máximo y exhortó a los habitantes a usar mascarilla.
Las compras compulsivas volvieron a verse en los supermercados de Auckland, se formaron largas filas ante los centros de test y la policía, con mascarilla, realizaba controles en las carreteras principales para vigilar que se respetaban las nuevas consignas.
Las autoridades tomaron además la drástica decisión de prohibir las visitas a las residencias de ancianos. La Primera Ministra considera esta medida la mejor manera de proteger a las personas mayores.
Y la celebración del último partido del campeonato de rugby entre Auckland Blues y Canterbury Crusaders, previsto en principio para el domingo ante 43.000 espectadores, seguía en duda.
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