Barty derrota a Pliskova en un duro duelo y se proclama campeona de Wimbledon
La australiana ganó su primer Wimbledon.
LONDRES – La variedad y astucia de Ashleigh Barty, la número uno del mundo, se impuso a una irregular Karolina Pliskova, enchufada solo a ratos, para levantar su primer Wimbledon y segundo Grand Slam de su carrera (6-3, 6-7 (4) y 6-3).
La tenista australiana se lleva su primer grande desde que comenzara la pandemia y tras no haber jugado prácticamente en 2020. Barty, triunfadora en Roland Garros 2019, dejó a un lado las burbujas y los torneos sin público para oxigenarse en su casa y es ahora cuando recoge los frutos de ello.
En una actuación espléndida, desarboló a una Pliskova superada, rígida y sin sus golpes. Se impuso haciendo a Pliskova sufrir con cada golpe cortado, obligándole a meter varios golpes ganadores seguidos para desarmarle. La checa era un espejismo del nivel que había dado en el segundo y tercer set contra Aryna Sabalenka y desesperaba incluso a Martina Navratilova y Billie Jean King, que presenciaban el partido en el palco real.
Perdió los catorce primeros puntos del partido, se puso 4-0 abajo y amenazó con cometer un descalabro impresionante en la final. A partir de un mal juego de Barty, que supuso el 4-1, Pliskova se empezó a asentar. Maquilló el marcador con el 6-3, pero sus sensaciones eran muy malas. Mientras la australiana sumó doce golpes ganadores en ese parcial, Pliskova solo conectó dos.
Tenía un muro enfrente y empezó a saber torearlo cuando se vio con el trofeo de subcampeona en las manos. Barty dispuso de 3-1 a favor en la segunda manga, pero comenzó a sufrir, más por sus propios errores que por exquisitez de Pliskova.
Su nivel aún le daba para llevárselo y sacó con 6-5 para sellar el encuentro y el título. Pero se equivocó. Le regaló dos pelotas de rotura a su rival, esta aprovechó la primera y hubo un desempate en el que Barty aún seguía pensando en ese décimo segundo juego.
Pliskova acababa de igualar la final. Era la primera final femenina de Wimbledon en irse a tres sets desde 2012, cuando Serena Williams derrotó a la polaca Agnieszka Radwanska.
Pero la pelea no aguantó. La laguna mental de Barty desapareció y Pliskova, que solo había dejado detalles en el tie break, comenzó a diluirse. Permitió que Barty empezara un set más con ventaja. Otra losa que salvar, otro mal augurio. Se había librado ya una vez, pero esta vez fue imposible, Barty no volvió a tender la mano y el plato de Venus de Wimbledon fue a parar a la australiana.
Se le negaba así la gloria a una Pliskova que seguirá cargando con la maldición de haber sido número uno sin ganar un solo Grand Slam, como Dinara Safina o Marcelo Ríos, mientras que se le tendía a una Barty que ya ha demostrado saber ganar en la tierra de París y en la hierba de Londres.
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