El estilo Bukele y el momento político de El Salvador: Entre acusaciones de autoritarismo y una casi segura reelección

Pese a las críticas en su contra y a estrictas medidas que incluyen un estado de excepción en el país desde marzo, el Mandatario goza de altos niveles de popularidad.

SAN SALVADOR – «Somos libres, soberanos e independientes en papel, no lo seremos de verdad hasta que los poderosos entiendan que queremos ser sus amigos (…) pero lo que no pueden hacer es venir a mandar a nuestra casa», dijo el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, durante su discurso del pasado 20 de septiembre, en Nueva York.

Instancia a la que si bien acusó de tener un formato «obsoleto», decidió asistir e incluso se dio el tiempo de tomarse una selfie en el podio antes de iniciar su intervención. Una muestra más del estilo excéntrico y despreocupado del llamado «Presidente millenial», quien es un asiduo a las redes sociales y que incluso usa Twitter para hacer anuncios de su gestión y responder a las críticas.

Bukele llegó al poder en 2019 con tan sólo 37 años, transformándose en ese entonces en el Mandatario más joven de la historia de su país y de Latinoamérica. Pero no sólo eso, el empresario y ex alcalde de San Salvador, asumió rompiendo el bipartidismo.

«Bukele es lo que uno ve, es decir, un líder carismático, muy personalista, que llegó a la política con el apoyo empresarial de su padre y también del FMLN (partido de izquierda), pero no es desde mi punto de vista una persona que haya sido formada con una visión político-programática respecto al desarrollo de su país, respecto a un proyecto político», dijo la ex embajadora de Chile en El Salvador, María Inés Ruz.

Tras salir del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), él luego formó el partido Nuevas Ideas, pero se unió con la colectividad -de derecha- Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) para ser electo como Presidente de la República.

En ese sentido, Ruz explicó que ya durante estos tres años, Bukele ha mostrado «un discurso de derecha, lo que pasa es que es populista», agregando que «si antes él no tenía una construcción ideológico, su liderazgo personal hoy lo está acompañando de una retórica y de un discurso tradicional que le hace mucho sentido a la gente».

Con ello, la ex embajadora insistió en que «hay que poner los temas en contexto, y El Salvador no es un isla respecto al fenómeno que estamos viviendo a nivel regional como el fenómeno del Bolsonarismo, como el discurso de la familia, de la estabilidad, de la seguridad, es lo que la gente aspira, porque está viviendo situaciones muy dramáticas y lo que la gente aspira es tener a ciertas certezas y estabilidad (…) que va paralelo con una fuerte con una fuerte represión al fenómeno de las maras» en el caso de El Salvador.

Reelección y alta popularidad

En su mensaje ante la ONU, Bukele, hoy de 41 años, no se refirió a su intención de buscar la reelección en 2024, según había anunciado días antes. Esto pese a que antes de ser presidente, afirmaba que «en El Salvador una misma persona no puede ser Presidente dos veces seguidas».

Y pese a que son varias las voces que sostienen que la Constitución prohibiría aquello, el jefe de Estado sustenta sus aspiraciones en la posibilidad que habrían abierto los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema -designados por sus aliados en el Congreso-, y que lo habilitaría para inscribirse como candidato.

Algo que se cree factible por los altos niveles de popularidad que mantiene y que no han bajado del 80%, cifras que aumentaron con el combate a las pandillas que lleva adelante, medida que incluso tendría un 95% de la población a favor, de acuerdo algunos sondeos.

Al cierre de su tercer año de gobierno a inicios de junio, aproximadamente el 87% de los salvadoreños aprobaba su gestión, según una encuesta de la Unidad de Investigación de La Prensa Gráfica (LPG Datos).

«Bukele llega al cierre de su tercer año de gobierno con una aprobación alta, impulsado por una política de entrega de ayudas directas, su presunto buen manejo de la pandemia y la reciente ola de capturas en medio de un régimen de excepción», detalló LPG Datos, añadiendo de paso que su imagen «se ha erosionado muy poco», pese a tener más de una polémica a cuestas.

Según Ruz, es en los sectores más pobres están gran parte de su base de apoyo y de cara a la elección del 2024, Bukele «va a ser reelecto. Primero, la población está despolitizada, por tanto, es muy receptiva de los mensajes a través de las redes que es lo que hoy prima. Además (…) uno hoy lee los diarios de El Salvador y prácticamente no hay una información real de lo que está ocurriendo, tienes que ir a centros de estudios. Por tanto, la necesidad de seguridad que tiene la gente los hace apoyar este liderazgo, pero también el cansancio que había con un sistema de partidos políticos muy deteriorado y polarizado».

Acusaciones de autoritarismo y guerra contra pandillas

Uno de los momentos que generó revuelo a nivel internacional durante su gestión, fue cuando tras un cambio de legislatura, el Poder Legislativo de mayoría oficialista destituyó a los magistrados constitucionalistas y al fiscal general.

Asimismo, otro criticado episodio se vivió cuando en 2020, Bukele ingresó con soldados y policías armados al Congreso para exigir la aprobación de un polémico préstamo para financiar su plan de seguridad contra las pandillas, llamando, incluso, a la insurrección popular. Ante lo cual desde la oposición lo acusaron de fomentar un golpe de Estado. Es por ello, que los cuestionamientos en su contra apuntan a una democracia en peligro y a una administración con tintes autoritarios.

«En marzo del 2021, después hubo elecciones legislativas y logró la mayoría absoluta, es decir, más del 60% del Parlamento, al día siguiente destituyó a los miembros de de la Sala de lo Constitucional y a partir de ahí ha ido copando todo el sistema político. Por una parte, tiene el control del Poder Judicial, tiene el control de la Procuraduría General de la República y de Derechos Humanos, de la Fiscalía, del Congreso y además ha practicado un ejercicio absoluto del poder nombrando a dedo a los funciones públicos y destituyendo a aquellos que no le son afines», complementó Ruz.

Su «guerra» contra las pandillas salvadoreñas -promesa de campaña- ha sido una de sus principales banderas y la cual fue declarada por el Gobierno luego de que asesinaron a 87 personas, entre el 25 y el 27 de marzo. Desde entonces se instaló un régimen de excepción en el país, suspendiéndose derechos constitucionales como la libre asociación y reunión, y permitiendo un fuerte despliegue policial y militar.

«No me importa lo que digan. Que vengan acá y protejan a nuestra gente. Pueden llevarse a los pandilleros si quieren, se los damos todos», ha señalado el Mandatario ante las críticas internacionales.

A la vez que también ha enviado fuertes mensajes a los delincuentes: «Ustedes desatan una ola de criminalidad y nosotros quitamos las comidas de las cárceles, así que mejor estén tranquilos y déjense arrestar, por lo menos allá adentro van a tener comida».

Datos oficiales dan cuenta de una reducción histórica de los homicidios, lo cual el Gobierno atribuye a su Plan de Control Territorial. Según cifras de la Policía Nacional Civil, entre enero y diciembre del 2020, se cometieron 1.322 homicidios, lo que representa una reducción del 45 % respecto al 2019.

No obstante, ese mismo año el periódico digital El Faro, acusó que el Mandatario habría negociado con dichas organizaciones criminales, tratativas que al romperse, sostienen, que desataron la ola de violencia en marzo.

En medio de esto han surgido las acusaciones de violaciones a los Derechos Humanos contra el gobierno, donde el Instituto de Medicina Legal (IML) de El Salvador ha reconocido la muerte en cárceles de 73 personas durante el régimen de excepción, a la vez que se han hablado de casos de torturas y hacinamiento carcelario. Temas que han sido denunciados por la comunidad internacional en materia de Derechos Humanos.

En abril pasado, además, el Congreso de El Salvador aprobó, a petición del Presidente, una reforma penal para castigar con hasta 15 años de prisión la difusión de mensajes de pandillas en medios de comunicación, a suz que se aumentó de 9 a 45 años de prisión la pena máxima por pertenecer a pandillas. Actualmente, habría más de 47.000 detenidos en medio de la lucha contra las pandillas, aunque el Mandatario ha reconocido que podría haber un margen de error del 1%.

Otra de sus políticas que también han llamado la atención sin buenos resultados fue la decisión de apostar por el bitcoin, convirtiéndose en el primer país del mundo en adoptarlo como moneda de curso legal. Pese a su poco respaldo, mala evaluación y caída de su valor, Bukele no ha retrocedido en la misma.

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