Países Bajos sufre con las narcomafias: Ya han amenazado a la familia real y al Primer Ministro
Desde hace un tiempo que las bandas criminales han crecido en el país europeo, alterando la seguridad no solo de la ciudadanía, sino también de sus máximas autoridades.
ROTTERDAM – La semana pasada, los reyes de Países Bajos, Guillermo y Máxima, confirmaron un hecho que se mantuvo en estricto secreto, pero del que ya había rumores desde hace un tiempo y había sido publicado por el diario De Telegraaf: que la princesa Amalia de Holanda, heredera al trono, estuvo confinada en su palacio tras ser amenazada de «secuestro o muerte» por el crimen organizado, que controla el mercado de drogas.
Pero la familia real no es la única afectada por esta realidad que atraviesa el país europeo. Las amenazas han llegado hasta el gobierno neerlandés, donde su líder, el primer ministro, Mark Rutte, debió tomar resguardo junto a su familia por amenazas en su contra.
Las autoridades no dudan en sindicar a los responsables de estos mensajes: La ‘Mocro Mafia’ o la mafia de la cocaína, una organización criminal nacida a principios de los 2000, y cuyos actos han escalado en la violencia, ganando connotación pública.
¿Cómo se dio este lamentable fenómeno? Tanto criminólogos como mandos policiales y políticos coinciden en que nada se ha hecho para combatir el crimen organizado en Países Bajos.
Esa permisividad existente proviene de una cultura que tolera el uso de drogas blandas, como la cannabis, sustancia que a partir de la década de los ’70 es posible adquirir en los denominados «coffeeshop», que abundan en el Barrio Rojo de Ámsterdam, y donde el porte menor a cinco gramos no es penalizado.
Esta tolerancia «creó un vacío aprovechado por ciertos sectores de los bajos fondos» señala el criminólogo Yarin Eski al diario «El País», favoreciendo la llegada de narcotraficantes provenientes de Sudamérica y el este de Europa. «Se sirvieron de las buenas infraestructuras holandesas y del puerto de Rotterdam, y a partir de los años ochenta y noventa ya había sindicatos profesionales globales de la droga», agrega Eski.
Rotterdam es una ciudad reconocida por albergar el puerto más grande de Europa y uno de los más importantes del mundo. En 2021, la infraestructura neerlandesa manipuló un total de 468,7 millones de toneladas de carga, generando ingresos que superaron los $772 millones de euros. Números que esconden una gran cantidad de droga. La Fiscalía indicó que en esos doce meses fueron decomisados 72,8 toneladas de cocaína -la mayoría en el puerto roterdamés- y cuyo avalúo es de $5.000 millones de euros.
No obstante, lo interceptado representa una ínfima cantidad de todo el mercado de drogas que circula por Europa. «Podemos interceptar droga por valor de 250 millones de euros, pero es un negocio de más de $30.000 millones», dijo Jan Struijis, presidente del sindicato holandés de Policías, quien pide más recursos para combatir con lo que él denomina un narcoestado: «Ellos ya están infiltrados en el sistema y sobornan a la gente, compran acciones de una compañía o influyen para otorgar permisos legales», dijo al medio ya mencionado.
La Mocro Mafia
Una vez públicas las amenazas contra la princesa Amalia de Holanda y el premier Mark Rutte, los ojos se cargaron contra la Mocro Mafia y en su principal líder, Ridouan Taghi.
Taghi, de 44 años y de origen marroquí-neerlandés, fue declarado hace unos años como el criminal más buscado en Países Bajos, junto a una recompensa de captura de 100 mil euros. Es sindicado de ser el responsable de diversos delitos que incluyen asesinato, extorsión y por supuesto, tráfico de drogas. Fue arrestado en 2019 en Dubai, de donde fue extraditado, y hoy se encuentra recluido en un centro penitenciario de alta seguridad en medio de un procesamiento.
La Mocro Mafia -Mocro es el apodo de uso despectivo para referirse a una persona de origen marroquí- nace a principios de la década del 2000. Su origen responde a una alianza entre varios grupos de narcotraficantes que vendían heroína y cocaína por distintas ciudades de Países Bajos desde mediados de los ’90. Operan principalmente en los puertos de Amberes (Bélgica) y Rotterdam y son responsables del 1/3 de la cocaína que se comercializa en el viejo continente.
En un inicio, la Mocro Mafia arreglaba sus conflictos internamente, sin extenderse a la sociedad. Pero en 2012 todo cambia por un cargamento de drogas depositado en Amberes y del cual hubo varios pretendientes. La violencia comenzó a escalar hasta ganar connotación pública. Conocido fue el hallazgo en 2016 por parte de la policía de la cabeza de un supuesto narco en un cubo de basura de Amsterdam.
En marzo de 2018, las autoridades encuentran el cuerpo, con un disparo en la cabeza, del hermano de un narcotraficante arrepentido, conocido como ‘Nabil’, que colaboraba con la Policía para desbaratar a la Mocro Mafia. Su asesinato marcó un precedente, era la primera víctima del crimen organizado que no era parte de la mafia.
Paralelamente, en 2018 se estrena la serie «Mocro Maffia», que alcanzó gran popularidad en la nación y generó un fenómeno de cercanía hacia la agrupación delictiva, algo similar a lo sucedido en Colombia en los ’80 con la figura de Pablo Escobar.
Los asesinatos del abogado Derk Wiersum y del periodista Peter R. de Vries
Pero la violencia siguió escalando, hasta llegar a dos casos de homicidios que cambiaron todo.
Un año después, el abogado Derk Wiersum, que representaba a ‘Nabil’ en el juicio que investigaba la muerte de su hermano y donde estaba procesado Ridouan Taghi, fue asesinado a tiros el 18 de septiembre de 2019, muy cerca de su casa en la capital neerlandesa.
Este hecho generó gran conmoción en la población. Se instaló la sensación de que si un abogado podía ser asesinado, cualquier persona corría peligro.
El ministro de Justicia y Seguridad de ese entonces, Ferdinand Grapperhaus calificó el asesinato como «un ataque a nuestro estado de derecho». Y el primer ministro Mark Rutte afirmó que «el crimen organizado no nos lo está poniendo fácil. Es una pelea complicada, pero que podemos ganar».
Pero el homicidio de Wiersum no fue el único. En julio de 2021 fue asesinado a tiros el periodista de investigación de asuntos criminales Peter R. de Vries, reconocido en el país por sus trabajos y constantes apariciones en televisión.
Su muerte causó conmoción en el país, más aún cuando un video, que mostraba a dos sospechosos dispararle, comenzó a viralizarse.
Henk Naves, presidente del Consejo de la Judicatura, consideró que el ataque dejó impactado el Estado de derecho y señaló que los periodistas como De Vries «ejercen control sobre los jueces y los mantienen alerta» para llevar a cabo un juicio justo.
«Son indispensables dentro de nuestro Estado constitucional democrático y debemos hacer todo lo posible para que puedan hacer su importante trabajo sin temor a la violencia», afirmó.
Estos dos asesinatos provocaron un vuelco en las prioridades del país. Si antes el cambio climático era la principal materia de preocupación, hoy es la inseguridad y la violencia del crimen organizado lo que tiene en vilo a los neerlandeses.
Bélgica también sufre con la violencia del crimen organizado
En septiembre de este año, el ministro de Justicia belga, Vicent Van Quickenborne, fue víctima de un complot para secuestrarlo.
Las amenazas fueron conocidas luego que el secretario de Estado presentara un plan para luchar contra el narcotráfico que asedia Amberes, puerto que junto a Rotterdam es ocupado por las organizaciones delictivas para introducir drogas a toda Europa. En 2021, la policía de Bélgica incautó 91 kilos de cocaína avaluadas en $4.500 millones de euros.
El ministro se vio obligado a abandonar su domicilio junto a su familia y ponerse a resguardo en un lugar secreto. «Todo indica que la amenaza procede del entorno de la droga», declaró Van Quickenborne a comienzos de este mes.
Por ahora, la justicia Belga no ha confirmado que la amenaza provenga de bandas de narcotraficantes, aunque mantiene a cuatro sospechosos detenidos en Países Bajos a la espera de ser deportados a Bruselas para comenzar con los interrogatorios.
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