Isabel Allende: “Sería terrible para Estados Unidos y la humanidad que Trump vuelva a ser presidente”

La escritora chilena firma su primer libro infantil, ‘Perla, la súper perrita’ (Alfaguara), una obra donde explora el ‘bullying’ y la importancia de enfrentar nuestros temores. “Si enfrentamos lo que más tememos resulta que no es tan terrible”, afirma en esta entrevista.

SAUSALITO – La prolífica escritora chilena Isabel Allende regresa esta semana a las librerías con su primer libro infantil, Perla, la súper perrita (Alfaguara). Se trata de una historia que nació de un hecho tan cotidiano como pasear a una mascota. Allende (Lima, 81 años) había salido con su pequeña perra, que le da nombre a la obra, y esta se acercó a un árbol y comenzó a ladrar a una ardilla. En el mismo lugar había un perro grande que se soltó de la correa y la atacó. “Todo el mundo corrió a sujetar al perro, pero no alcanzamos a llegar, y Perla se dio la vuelta y lo enfrentó. Yo nunca la había visto así, se le pararon todos los pelos, echaba espuma por la boca, gruñía como una fiera y el perro dio media vuelta y salió corriendo. Entonces la gente tomaba videos y fotos y Perla pasó a ser una celebridad en el parque”, cuenta sonriente la autora a través de una video llamada.

Su perra y una pequeña vecina que la visita los martes y jueves se convirtieron en la inspiración para el libro, dice. “Mi agente me venía diciendo hacía tiempo que escribiera una historia para niños chiquitos, una historia ilustrada. Yo no tenía niños chicos alrededor, porque mis hijos y mis nietos ya están grandes, pero hay una vecina que viene los martes y los jueves a verme, la conozco desde que nació y ahora tiene tres años y medio. Se llama Camila y entra a la casa gritando ‘¡book, book, book! Lo único que quiere es leer. Primero leemos un libro y después ella se toma un helado. Esos dos días son para ella sagrados y en el fondo han llegado a ser sagrados para mí también. Entonces ahí se juntó todo”, narra la autora.

El libro, publicado con ilustraciones de Sandy Rodríguez, cuenta la historia de Nico, un pequeño niño cuya familia rescata a una perrita que pronto se convertirá en su mejor amiga. El niño sufre bullying en la escuela, pero lo calla. Allende reproduce la escena del parque en el cuento y la actitud de Perla frente al perro que quiere destrozarla ayuda al niño a enfrentar a sus agresores. “Eso me dio la idea de que muchas veces si enfrentamos lo que más tememos resulta que no es tan terrible”, afirma la autora de La isla bajo el mar y Paula, la historia sobre la enfermedad y muerte de su hija.

Allende conversa en esta entrevista sobre su propia infancia, errante por el mundo debido al trabajo de sus padres, diplomáticos, lo que hacía que cambiara constantemente de escuela y creciera como una niña tímida, aislada. Habla también de las cosas o situaciones que inspiran sus libros y de la actualidad, con el temor latente del poder que toman en el mundo “abusones”. Teme, por ejemplo, que Donald Trump regrese al poder en Estados Unidos, pero también le preocupa el giro conservador que se registra en mucho países. “La gente siente que no está representada en la democracia y que la democracia es tan corrupta como cualquier otra cosa. Buscan un líder autoritario. Mira lo que ha pasado en El Salvador”, dice en referencia al presidente Nayib Bukele. “Creo que sería terrible para Estados Unidos y para la humanidad que Donald Trump vuelva a ser presidente, espero que no suceda, pero hay muchas posibilidades de que así ocurra a pesar de los escándalos”, asegura la aclamada autora chilena en esta entrevista que concede desde su casa en el pueblo marino de Sausalito, al norte de San Francisco.

Pregunta. En sus libros explora las relaciones humanas, pero en esta obra en particular se centra en la relación de un niño con su perro. Usted ha dicho que los perros le gustan más que las personas…

Respuesta. Por supuesto, porque los perros son leales, simpáticos, divertidos y no te contestan.

P. Nico, el niño protagonista del libro, sufre bullying en la escuela. Usted dice en el libro que “los abusones son cobardes”. ¿Es el libro un mensaje contra los abusos de niños?

R. No me gusta la idea de dar mensaje, sino contar una historia, y si la historia te enseña algo bueno, tanto mejor. Tuve la la idea de que si enfrentamos lo que más tememos resulta que no es tan terrible. Creo que primero que nada los padres y los maestros tienen que estar observando y tratando de protegerlos, pero también tiene que haber una actitud del niño de defenderse.

P. Muchas veces los niños callan. ¿Cree que un niño que sufre abusos pueda actuar como hizo Nico al leer este cuento?

R. Un niño chiquito abusado tiene tan pocas defensas. Yo nunca fui abusada en la escuela, pero sí cambiaba de escuela todo el tiempo, porque mis padres eran diplomáticos. Vivía cambiando de escuela, de país, de amigos, y siempre me sentí excluida, ese sentir que uno no pertenece, que no tiene una sola amiga; en el recreo estaba escondida detrás de un libro fingiendo que leía para que no se notara lo sola que estaba.

P. ¿Cómo se enfrentó a esa exclusión?

R. No la pude enfrentar nunca, porque cuando ya venía a hacer amigas, había que irse a otra parte. En la vida he aprendido a tomar la iniciativa de la amistad, pero cuando era joven, y especialmente cuando era chica, era tímida, enferma de tímida. No me atrevía a tomar ninguna iniciativa. Si no me invitaban, yo me quedaba en mi rincón con un libro.

P. Es extraño, porque usted ha dicho que uno de sus poderes es hacer reír a la gente.

R. Uno cambia mucho con la edad y cambian las circunstancias. Yo empecé a sacar mi personalidad y a sentirme a gusto cuando regresamos por fin a Chile. Yo tenía entonces 16 años y por fin entré a una escuela con la idea de que me iba a quedar en un país. En ese tiempo ya empecé a sentirme más segura de mí, pero me costó mucho.

P. El desarraigo golpea.

R. Claro que golpea. Mis padres ni siquiera estaban conmigo, porque estaban en Turquía. Yo me fui a vivir a la casa de mi abuelo y todo era raro y nada te ayudaba. No podía salir a ninguna parte, porque mi abuelo era súper estricto. Tampoco tenía mucha vida social. Yo era muy feminista, llena de ideas y muy rebelde, pero me portaba muy bien, me sacaba muy buenas notas y no se me habría ocurrido saltar por la ventana para escaparme, como hacía mi nieta, que escapaba de su pieza al techo del vecino.

P. A lo mejor ese tipo de libertad ayuda a los niños a ser más independientes.

R. Claro. Mi hijo Nicolás era terrible y todavía no sé todas las maldades que hizo, pero algunas son legendarias.

P. ¿Cómo cuáles?

R. Te voy a contar una. Vivíamos en Caracas, en Los Palos Grandes, donde los edificios están pegados uno al lado de otro, y Nicolás tiraba con una honda huevos al edificio del frente, con la idea de pasarlo por la ventana y que cayera el huevo adentro del apartamento. Nunca le daba y caía el huevo contra el muro del edificio, en el calor de Caracas del verano, y el huevo iba corriendo para abajo y a medida que corría se iba haciendo una tortilla. Entonces venían a reclamarme y yo decía: ‘Pero cómo, ¿mi hijo? ¡Jamás! Mi hijo jamás haría una cosa como esa’. Lo llamaba y le decía ‘¿Nicolás, estás tirando huevos con una honda al edificio del frente?’ Y me respondía: ‘Mamá, por qué siempre sospechas de mí. Tú me pones en una posición terrible, porque no confías en mí nunca’. Nunca me decía una mentira de frente. Era terrible, las que me hizo fueron fatales, pero ahora es un hombre serio, completamente zen.

P. ¿Qué actitud tomaba ante esas travesuras?

R. Confiaba en él ciegamente. Era tan estúpida, ya sabes, una madre imbécil.

P. ¿Qué efecto tiene la literatura en Isabel Allende?

R. Me lleva a otro mundo. Cuando leo un libro me sumerjo en un universo que otra persona creó y que creo completamente. Sé que es ficción, sé que es una novela, pero me entrego a la misión. Y eso es lo que trato de hacer cuando escribo: trato de crear un mundo en el que estoy metida detalle a detalle. Y mientras estoy en ese libro, no tengo nada más en la cabeza, hasta el punto de que no me puedo relajar, porque llevo el libro dentro, sueño con el libro, despierto en la mañana pensando en eso, me levanto a medianoche porque se me ocurre una idea. No lo puedo soltar.

P. ¿En qué momento dice ‘aquí puede haber una historia para un libro’?

R. Creo que son semillas que tengo adentro, porque todo me llama la atención. La gente me escribe, me manda historias de sus vidas o a la vida de sus abuelos. Una cosa tras otras se van hilando. Yo soy muy disciplinada y empiezo todos mis libros el 8 de enero, pero muchas veces no sé cuál de todas esas semillas va a ser la que va a germinar en una historia. A veces el 8 de enero empiezo una cosa y no la puedo desarrollar y empiezo otra y de repente algo prende.

P. ¿Cuánto influye la actualidad? En su anterior novela usted tocó un tema muy fuerte: la separación familiar debido a las políticas migratorias que se reforzaron con Donald Trump.

R. No trato de escribir sobre la actualidad, porque cambia muy rápido, si no sobre la tragedia humana, que es eterna. Tengo una fundación y hacemos trabajo en la frontera, estamos pendientes de los centros de detención de los niños separados, porque hay 1.400 niños en Estados Unidos que todavía no han podido ser reunificados con su familia. Deportaron a los padres, ni siquiera a su país de origen, los enviaban para México, y nunca más pudieron reunir a la familia.

P. ¿Le preocupa que un regreso de Trump al poder empeore esta situación?

R. Por supuesto. Creo que sería terrible para Estados Unidos y para la humanidad que Donald Trump vuelva a ser presidente, espero que no suceda, pero hay muchas posibilidades de que así ocurra a pesar de los escándalos. El Partido Republicano lo apoya, así que es muy posible que salga electo. Y ya tiene anunciada una deportación masiva.

P. ¿Por qué cree que hay un porcentaje tan alto de gente en EE UU que se decanta por Trump?

R. Porque hay un una vuelta hacia la derecha en muchas partes, y una vuelta al autoritarismo, como si la democracia hubiera fallado. La gente siente que no está representada en la democracia y que la democracia es tan corrupta como cualquier otra cosa. Buscan un líder autoritario. Mira lo que ha pasado en El Salvador.

P. ¿Por qué se hace tan atractivo el totalitarismo?

R. Porque quieren respuestas claras.

P. Tal vez la literatura nos ayuda a evitar que de grandes las personas nos convirtamos en abusones, como los llama usted.

R. No creo que la literatura tenga ese poder. La literatura nos da otras cosas, nos conecta con otra gente, nos hace comprender que no estamos solos, que lo que nos pasa no nos pasa solo a nosotros. Creo que ese es el poder de la literatura, el de la conexión, nos hace parte de la humanidad.

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