¿Cómo celebra México el Día de Muertos?

La fecha marca una tradición muy antigua con raíces en la cultura indígena que últimamente ha sido popularizada internacionalmente por películas de Hollywood como “Coco” y la franquicia de James Bond.

PORTLAND – El Día de Muertos es una de las celebraciones más importantes de México. Sus raíces se remontan miles de años, mucho antes de la llegada de los españoles. Se ha convertido en una mezcla de tradición católica y misticismo mexicano, conmemorando la muerte como un elemento más de la vida y como una forma de recordar y honrar a los seres queridos.

Los puestos de los mercados bulliciosos venden calaveras decoradas hechas de azúcar o chocolate, mientras que el papel picado en formas delicadas, adorna comercios y restaurantes. En las casas de todo el país las familias colocan cuidadosamente fotografías de sus antepasados en un altar junto a velas y un pan tradicional mexicano, mientras el copal llena el aire. En los escaparates de las florerías se alinean los cempasúchiles recién cortados.

La tradición ha sido parte de la cultura mexicana durante mucho tiempo, pero en los últimos años esta festividad se ha convertido en un atractivo turístico importante con viajeros que visitan pueblos y ciudades de todo el país para presenciar los eventos coloridos y las ofrendas, que son los altares para invitar a los espíritus de los muertos que regresen al mundo de los vivos.

Aunque las festividades han aparecido en películas ganadoras de los Oscar, e incluso en comerciales de grandes empresas, para los mexicanos sigue siendo una tradición familiar íntima, un momento para recordar y honrar a quienes hemos perdido, y permitirles regresar a nuestros hogares, aunque sea solo por una noche. Y en un país donde la violencia y la tragedia se han generalizado, también es un recordatorio de la capacidad de México para reírse de cualquier cosa, incluso de la muerte.

Se conmemora el 2 de noviembre, cuando se cree que el alma de los difuntos vuelve al mundo de los vivos. Pero la celebración suele comenzar el 28 de octubre y a partir de la fecha cada día está dedicado a un tipo distinto de muerte, por ejemplo, la de los fallecimientos por accidente o los niños que murieron antes de ser bautizados. El 1 de noviembre es el Día de todos los santos, en honor de quienes llevaron una vida virtuosa, sobre todo niños.

Aunque se trata principalmente de una tradición mexicana, otros países católicos alrededor del mundo también honran a los difuntos. En Filipinas los familiares visitan las tumbas de los muertos y llevan flores y encienden velas. En Brasil está el Dia de Finados. Y en muchos otros países, incluido Estados Unidos, el 2 de noviembre también es reconocido como el Día de los Fieles Difuntos, fecha en que los católicos recuerdan y rezan por los muertos.

La celebración tiene su origen en las culturas indígenas de hace miles de años, influenciadas en particular por los aztecas o mexicas. En la cultura azteca la muerte era provisional y las almas de los difuntos podían volver a visitar a los vivos. Al menos dos festividades importantes del otoño celebraban a los muertos y los invitaban al mundo de los vivos. Cuando los españoles llegaron en el siglo XVI mezclaron esas tradiciones con las del calendario católico y ahora se celebran para que coincidan con el Día de los Fieles Difuntos.

Las celebraciones varían de región en región, pero algunos elementos son universales. Por lo general las personas colocan fotos de sus seres queridos ya fallecidos en una ofrenda o altar, junto con sus alimentos o bebidas favoritos. En algunos lugares del país, como el estado de Morelos, las familias abren la puerta de las casas para que quienes quieran ver los altares puedan ingresar y ofrecen a los visitantes el tradicional pan de muerto y atole, una bebida hecha de maíz. El 2 de noviembre muchas familias acuden a los panteones a llevar flores, velas y otros regalos a las tumbas.

Al ir aumentando la popularidad de la fecha alrededor del mundo con filmes de Hollywood como Coco y El libro de la vida, las festividades se han vuelto más numerosas y elaboradas.

Luego de la película Spectre de James Bond en 2015, en la que se mostró un vistoso desfile de Día de Muertos por el centro de Ciudad de México, las autoridades de la capital realizan una versión que incluye bailarines con vestimentas coloridas y carros alegóricos con calaveras gigantes. El desfile se ha vuelto una importante atracción turística para la capital mexicana: en 2019 atrajo a 2,6 millones de personas.

En Estados Unidos, las ciudades con grandes poblaciones mexicanas como Los Ángeles, Chicago y San Antonio también organizan celebraciones, que incluyen desfiles, exposiciones y ferias callejeras.

El altar de muertos suele tener varios niveles: los de dos niveles simbolizan la tierra y el cielo; los de tres niveles pueden representar el cielo, la tierra y el purgatorio, mientras que siete niveles significan los siete pasos para entrar en la otra vida, o los siete pecados capitales.

Cada ofrenda incluye elementos que corresponden con los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Las cenizas generalmente representan a la tierra. Un vaso de agua ayuda a los espíritus a saciar su sed después de un largo viaje, y el papel de seda picado con motivos elaborados se usa comúnmente para representar el aire. Las velas significan fuego y ayudan a guiar a los muertos a casa.

En las ofrendas también se colocan calaveritas de dulce o de chocolate así como pan de muerto. Algunos colocan la figurilla de un perro o un perro de juguete y una alfombra de palma tejida o petate para que las ánimas descansen. También es importante poner comida, bebida y otros artículos que hayan sido importantes para los muertos así como quemar copal, una suerte de incienso para purificar el espacio.

La flor más importante es el cempasúchil o caléndula, aunque el significado que se le da puede variar. Se dice que sus pétalos de color amarillo brillante representan el sol y actúan como guía para que las almas de los muertos regresen a casa. Otras flores importantes incluyen la nube o velo de novia, que puede representar la pureza, así como la flor de terciopelo, también conocida como mano de león o cresta de gallo. Por su tonalidad rojo brillante esta última a menudo agrega un toque de color a las ofrendas.

El pan de muerto es una tradición mexicana muy importante en las celebraciones del Día de Muertos, se coloca en el altar como ofrenda y también es un sabroso manjar que se come durante todo octubre. Como gran parte de esta celebración, este pan tiene sus raíces en la cultura azteca de siglos pasados, cuando se usaban diferentes tipos de panes tradicionales como ofrendas. De forma redonda, con un par de huesos cruzados y un círculo que representa una calavera hecha de hojaldre en la parte superior, el pan de muerto es similar en textura al pan jalá, y generalmente se espolvorea con azúcar y otras cubiertas.

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