Biden afirma que nadie puede revertir el progreso de EEUU en el uso de energías limpias

MANAOS, Brasil – El presidente Joe Biden declaró el domingo desde la selva amazónica que no hay vuelta atrás en la “revolución de la energía limpia” de Estados Unidos, incluso cuando el próximo gobierno de Donald Trump promete impulsar la producción de combustibles fósiles y reducir el combate contra el cambio climático.

Biden, el primer presidente de Estados Unidos en funciones que visita la selva tropical más grande del mundo, vio de cerca los estragos de la deforestación. La Amazonía, cuyo tamaño es similar al de Australia, almacena enormes cantidades del dióxido de carbono del mundo, un gas de efecto invernadero que impulsa el cambio climático. Pero el desarrollo está reduciendo rápidamente a una región en donde los ríos han comenzado a secarse.

Rodeado de helechos gigantes, Biden dijo que la lucha contra el cambio climático ha sido una causa definitoria de su presidencia: ha impulsado un aire, agua y energía más limpios y logró la promulgación de iniciativas que canalizaron fondos federales sin precedentes a la lucha contra el calentamiento global.

Pero está a punto de entregarle la presidencia al republicano Donald Trump, quien muy difícilmente le dé prioridad a la Amazonía o a cualquier otra cosa relacionada con el cambio climático, al que ha calificado como una “farsa”.

Trump se ha comprometido a retirar nuevamente al país del acuerdo de París, un pacto global forjado para evitar la amenaza de un cambio climático catastrófico, y afirma que rescindirá los fondos que no se hayan gastado en iniciativas de eficiencia energética.

“Es cierto, algunos podrán tratar de negar o retrasar la revolución de la energía limpia que está en marcha en Estados Unidos”, dijo Biden. “Pero nadie, nadie puede revertirla, nadie, no cuando tantas personas, independientemente del partido, están disfrutando de sus beneficios”.

Ahora, señaló, la cuestión es “qué gobierno se interpondrá en el camino y cuál aprovechará la enorme oportunidad”.

Su viaje se produce mientras se realiza la conferencia sobre el clima de Naciones Unidas en Azerbaiyán. Brasil albergará el evento el próximo año.

Durante un recorrido en helicóptero, Biden pudo ver la magnitud de la erosión, embarcaciones atascadas en uno de los principales afluentes del río Amazonas y daños por incendios. También sobrevoló un refugio de vida silvestre para especies de aves y monos en peligro de extinción y las aguas en donde el afluente del río Negro desemboca en el Amazonas. Estuvo acompañado de Carlos Nobre, un científico ganador del premio Nobel y experto en la manera en que el cambio climático afecta a la Amazonía.

Biden se reunió con líderes indígenas y visitó un museo ubicado en la entrada a la Amazonía, donde mujeres indígenas agitaban maracas como parte de una ceremonia de bienvenida. Luego firmó una proclamación de Estados Unidos que designa al 17 de noviembre como el Día Internacional de la Conservación.

El mandatario empleó el simbolismo al decir que la Amazonía tal vez sea los “pulmones del mundo”, pero “en mi opinión, nuestros bosques y maravillas nacionales son el corazón y el alma del mundo. Nos unen. Nos inspiran a estar orgullosos de nuestros países y de nuestro patrimonio”.

La Amazonía es hogar de comunidades indígenas y del 10% de la biodiversidad del planeta. Cerca de dos terceras partes de la Amazonía se encuentran dentro de Brasil, y los científicos afirman que su devastación representa una amenaza catastrófica para el planeta.

Durante breves declaraciones desde el bosque, Biden buscó destacar su compromiso con la preservación de la región. Dijo que Estados Unidos tiene proyectada una inversión de 11.000 millones de dólares en financiamiento climático internacional durante 2024, un monto seis veces superior a la cantidad con la que inició su mandato. Las naciones más pobres que atraviesan problemas ante el aumento en el nivel del mar y otros efectos del cambio climático dicen que Estados Unidos y otras naciones más ricas aún no han cumplido con sus compromisos de ayuda.

“La lucha para proteger a nuestro planeta es, literalmente, una lucha por la humanidad”, puntualizó.

El gobierno de Biden anunció el año pasado sus planes de contribuir 500 millones de dólares al Fondo Amazonía, la labor de cooperación internacional más significativa para la preservación de la selva tropical y del cual Noruega es su principal financiador.

Estados Unidos ha dicho que ha proporcionado 50 millones de dólares, y la Casa Blanca anunció el domingo una contribución por otros 50 millones de dólares al fondo.

La visita de Biden fue significativa, pero “no podemos esperar resultados concretos de esta visita”, dijo Suely Araújo, exdirectora de la agencia brasileña de protección ambiental y coordinadora de políticas públicas con la organización sin fines de lucro Observatorio Climático.

Araújo duda que “un solo centavo” vaya al Fondo Amazonía una vez que Trump regrese a la Casa Blanca.

El gobierno de Biden presumió una serie de nuevas labores con el objetivo de reforzar a la Amazonía y mitigar el impacto del cambio climático.

Entre las acciones se incluye el lanzamiento de una coalición financiera que busca impulsar al menos 10.000 millones de dólares en inversiones públicas y privadas para proyectos relacionados con la restauración de tierras y la bioeconomía para 2030, además de un préstamo de 37,5 millones de dólares para apoyar la plantación a gran escala de especies de árboles nativos en pastizales degradados en Brasil.

La Amazonía ha atravesado una sequía histórica durante loos últimos dos años que ha secado las vías fluviales, aislado a miles de comunidades ribereñas y dificultado la pesca. También ha dado paso a incendios forestales que han consumido una superficie más grande que Suiza y han asfixiado con el humo a ciudades en distintas partes del país.

Cuando el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva asumió el cargo el año pasado, señaló un cambio en la política ambiental respecto a su predecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro.

Lula ha prometido “deforestación cero” para 2030, aunque su mandato se extiende hasta finales de 2026. La pérdida de bosques en la Amazonía brasileña disminuyó un 30,6% en un periodo de 12 meses que concluyó en julio, en comparación con datos del periodo anterior, colocando a la deforestación en su nivel más bajo en nueve años, según datos oficiales publicados la semana pasada.

En ese lapso de 12 meses, la Amazonía perdió 6.288 kilómetros cuadrados (2.428 millas cuadradas), una superficie comparable a la del estado estadounidense de Delaware. Pero esos datos no incluyen el aumento en la destrucción este año, la cual se incluirá en la lectura del próximo año.

A pesar del éxito en la reducción de la deforestación amazónica, el gobierno de Lula ha recibido críticas de ambientalistas por respaldar proyectos que podrían perjudicar a la región, como pavimentar una carretera que atraviesa un área de bosque virgen y podría fomentar la tala, la perforación petrolera cerca de la desembocadura del río Amazonas, así como la construcción de un ferrocarril para transportar soya a los puertos amazónicos.

Después de su breve parada en Manaos, se dirigía a Río de Janeiro para la cumbre del G20 de este año.

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