Trump envía a su secretaria de Seguridad a El Salvador, Colombia y México para afianzar su política de mano dura

Kristi Noem visita este miércoles la megacárcel salvadoreña que recibió a más de 200 venezolanos deportados a mediados de marzo.

WASHINGTON – El arranque del primer viaje al exterior de la nueva secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, no podría ser más simbólico. Este miércoles, visitará, junto al ministro de Justicia de El Salvador, Gustavo Villatoro, el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT). La megacárcel donde Nayib Bukele ha confinado a decenas de miles de pandilleros se ha convertido en los últimos días en un símbolo de la mano dura del Gobierno de Donald Trump contra la migración indocumentada y de hasta dónde está dispuesto a llegar su Administración para combatirla.

A la cárcel que visitará Noem llegaron el pasado 16 de marzo más de 200 venezolanos, a los que Estados Unidos deportó sin seguir el debido proceso, tras invocar una ley del siglo XVIII para poder expulsar a extranjeros de manera sumaria. La medida, que ha sido fuertemente criticada por organismos defensores de los derechos humanos, ha sido suspendida de manera temporal por un juez del Distrito de Columbia. Si bien Trump vinculó inicialmente a los deportados con la banda criminal del Tren de Aragua, fundada en las cárceles venezolanas y que se ha expandido por la región en los últimos años, más tarde su Administración reconoció que más de cien de los migrantes no habían cometido ningún delito. Es decir, solo se les acusa de haber entrado a Estados Unidos sin documentos, lo que en ese país es una falta civil.

La visita de Noem a El Salvador, donde también se reunirá con el presidente Bukele, convertido en el gran aliado de su Gobierno en la región, será la primera parada de una gira de tres días que llevará a la encargada de la seguridad nacional de Estados Unidos a Colombia y México, con cuyos presidentes Trump ha tenido una relación opuesta en sus dos primeros meses en la Casa Blanca.

Siguientes paradas: Colombia y México

Mientras la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha logrado puntos de encuentro para lidiar con las amenazas de Trump de imponer aranceles a los productos mexicanos, el colombiano Gustavo Petro protagonizó el primer choque con su Administración tras negarse a recibir un avión militar lleno de deportados, en un episodio que acabó solventando la diplomacia colombiana.

Está previsto que Noem llegue a Bogotá el jueves. Se reunirá con varios altos funcionarios, incluyendo el presidente Petro, su mano derecha y canciller, Laura Sarabia, el ministro de Defensa, el director de la Policía, y la directora de Migración Colombia. Se trata de un grupo selecto de funcionarios, encargados no solo de las relaciones internacionales del país sudamericano, sino de la lucha contra el narcotráfico y del manejo de los flujos de personas. No en vano, son asuntos de primer interés de la Administración de Trump. Colombia es de lejos el principal productor y exportador de cocaína del mundo. Además, con casi tres millones de inmigrantes de la vecina Venezuela, es el mayor Estado receptor de personas que huyen del régimen de Nicolás Maduro. Muchos de ellos han continuado después su movimiento hacia Estados Unidos.

La relación entre los dos Gobiernos pasó por un breve, pero muy difícil momento hace exactamente dos meses, el 26 de enero, cuando el presidente colombiano rechazó vuelos militares estadounidenses, en los que Trump había expulsado a colombianos.

Trump amenazó entonces con imponer aranceles a las exportaciones colombianas, y Petro reaccionó afirmando que, en dado caso, respondería con cobros equivalentes. En menos de 24 horas, antes de que esas amenazas se hicieran realidad, altos funcionaros de los dos Estados, incluyendo a Sarabia, lograron un acuerdo para superar la tensión: desde entonces los colombianos expulsados vuelan sin cadenas ni grilletes, que Petro señaló de trato inhumano, pero en vuelos pagados por Colombia. Desde entonces, la relación ha sido más serena, pese a que el país sudamericano es el mayor afectado del continente con los recortes a la agencia de cooperación USAID.

El viernes, Noem llegará a Ciudad de México y se convertirá en la primera alta representante del Gobierno de Trump en pisar suelo mexicano en este segundo mandato del republicano. Lo hace con los dos países inmersos en las negociaciones ante la amenaza de Estados Unidos de imponer aranceles, cuya última pausa termina el próximo 2 de abril. Aunque estas imposiciones están marcando el ritmo de la relación bilateral, la secretaria de Seguridad no viene a hablar de las tarifas, según ha confirmado la presidenta mexicana. “No tiene que ver con el tema de los aranceles, es darle seguimiento a los acuerdos que tomamos en materia de seguridad”, ha dicho Sheinbaum este martes en su conferencia matutina.

En ese tira y afloja por los aranceles, el Gobierno mexicano se ha comprometido a dar resultados en seguridad, que van desde la detención y entrega de criminales buscados en el lado estadounidense hasta el incremento de decomisos de fentanilo. Además, la migración va a ser la sombra que planeará sobre el encuentro que van a tener el viernes Noem con Sheinbaum y su gabinete: el canciller Juan Ramón de la Fuente, la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y el zar de Seguridad, Omar García Hafuch.

Los mexicanos son el mayor grupo de extranjeros que residen en Estados Unidos. Además, ante la imposición de medidas cada vez más duras para disuadir a los migrantes de llegar a Estados Unidos, México ha pasado de ser un país de tránsito a uno de destino de la migración. Y los Gobiernos de Sheinbaum y su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, han tenido que ceder ante el Gobierno de Trump para aumentar los controles en las fronteras y reducir los flujos de extranjeros que llegan al país vecino.

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