Así fue la asociación militar secreta de EE. UU. con Ucrania
Una investigación de The New York Times reveló que la implicación de Estados Unidos en la guerra de Ucrania fue mucho más profunda de lo que se creía. He aquí los puntos clave.
NUEVA YORK – La guerra en Ucrania se encuentra en un punto de inflexión en el que el presidente Donald Trump está buscando un acercamiento al líder ruso, Vladimir Putin, y presionando para que se ponga fin a los combates.
Pero durante casi tres años antes del regreso de Trump al poder, Estados Unidos y Ucrania estuvieron unidos en una extraordinaria asociación de inteligencia, estrategia, planificación y tecnología cuya evolución y funcionamiento interno solo han conocido un pequeño círculo de funcionarios estadounidenses y aliados.
Con notable transparencia, el Pentágono ha ofrecido una contabilidad pública de los 66.500 millones de dólares en armamento que ha suministrado a Ucrania. Pero una investigación de The New York Times revela que la implicación de Estados Unidos en la guerra fue mucho más profunda de lo que se creía. La asociación secreta guio la estrategia de batalla dentro de un panorama más amplio y también canalizó información precisa sobre objetivos a los soldados ucranianos en el terreno.
He aquí cinco puntos clave de la investigación.
Una base estadounidense en Wiesbaden, Alemania, proporcionó a los ucranianos las coordenadas de las fuerzas rusas en su territorio
La idea en la que se basaba la asociación era que la cooperación estrecha de Estados Unidos con Ucrania compensaría las enormes ventajas de Rusia en cuanto a soldados y armamento. Para guiar a los ucranianos en el despliegue de su arsenal cada vez más sofisticado, los estadounidenses crearon una operación denominada Task Force Dragon, Destacamento Especial Dragón en español.
El centro secreto de la asociación estaba en la guarnición del ejército estadounidense en Wiesbaden, Alemania. Cada mañana, oficiales militares estadounidenses y ucranianos fijaban las prioridades de los objetivos: unidades militares, piezas de equipo o infraestructuras rusas. Los oficiales de inteligencia estadounidenses y de la coalición buscaban imágenes por satélite, emisiones de radio y comunicaciones interceptadas para encontrar posiciones rusas. A continuación, Task Force Dragon daba a los ucranianos las coordenadas para que pudieran dispararles.
A los oficiales militares les preocupaba que pudiera ser excesivamente provocativo llamar a los objetivos “blancos”. En su lugar, se refirieron a ellos como “puntos de interés”.
La inteligencia y la artillería estadounidenses ayudaron a Ucrania a invertir rápidamente la situación contra la invasión rusa
En la primavera de 2022, el gobierno de Joe Biden accedió a enviar sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad, o HIMARS por sus siglas en inglés, que utilizaban cohetes guiados por satélite para atacar a una distancia de hasta 80 kilómetros.
Durante el primer año de la guerra, los ucranianos dependieron enormemente de los estadounidenses en materia de inteligencia, y Task Force Dragon examinó y supervisó prácticamente todos los ataques con HIMARS.
Los ataques elevaron vertiginosamente el número de bajas rusas, y la contraofensiva ucraniana de 2022 tuvo un gran éxito: en diciembre, los ucranianos tenían una improbable ventaja, como la de David contra Goliat, sobre su enemigo ruso.
El gobierno de Biden siguió moviendo sus líneas rojas
Desde el primer momento, los funcionarios del gobierno trataron de establecer una línea roja: Estados Unidos no luchaba contra Rusia, sino que ayudaba a Ucrania. Sin embargo, les preocupaba que las medidas adoptadas para lograrlo pudieran provocar que Putin atacara objetivos de la OTAN o que tal vez cumpliera sus amenazas nucleares. Incluso cuando el gobierno desarrolló una tolerancia al riesgo cada vez mayor para ayudar a Ucrania a hacer frente a la amenaza que estaba evolucionando, muchas de las medidas potencialmente más provocadoras fueron tomadas en secreto.
- Aligerando una prohibición contra las botas estadounidenses en suelo ucraniano, Wiesbaden tenía permitido situar a una decena de asesores militares en Kiev. Para evitar llamar la atención pública sobre su presencia, el Pentágono los llamó inicialmente “expertos en la materia”. Más tarde se amplió el equipo, hasta unas tres decenas, y finalmente se permitió a los asesores militares desplazarse a los puestos de mando ucranianos más cercanos a los combates.
- En 2022, se autorizó a la Marina estadounidense compartir información sobre los objetivos de los ataques ucranianos con aviones no tripulados contra buques de guerra más allá de las aguas territoriales de Crimea, anexionada por Rusia. Se autorizó a la CIA apoyar las operaciones ucranianas en las aguas de Crimea; ese otoño, la agencia de espionaje ayudó encubiertamente a drones ucranianos a atacar buques de guerra rusos en el puerto de Sebastopol.
- En enero de 2024, oficiales militares estadounidenses y ucranianos planearon conjuntamente en Wiesbaden una campaña —utilizando misiles de largo alcance suministrados por la coalición, junto con drones ucranianos— para atacar unos 100 objetivos militares rusos en toda Crimea. La campaña, denominada Operation Lunar Hail, Operación Granizo Lunar en español, consiguió en gran medida obligar a los rusos a retirar equipos, instalaciones y fuerzas de Crimea hacia el territorio continental ruso.
Al final, se permitió al ejército estadounidense y a la CIA ayudar con ataques en Rusia
La línea roja más difícil era la frontera rusa. Pero en la primavera de 2024, para proteger la ciudad septentrional de Járkov contra un asalto ruso, el gobierno autorizó la creación de una “caja de operaciones”, una zona de territorio ruso dentro de la cual los oficiales estadounidenses en Wiesbaden podían proporcionar coordenadas precisas a los ucranianos. La primera iteración de la caja se extendía por una amplia franja de la frontera norte de Ucrania. La caja se amplió después de que Corea del Norte enviara soldados para ayudar a combatir la incursión de los ucranianos en la región rusa de Kursk. Más tarde se permitió al ejército estadounidense posibilitar ataques con misiles en una zona del sur de Rusia donde los rusos organizaban fuerzas y equipos para su ofensiva en el este de Ucrania.
Una antigua política prohibía a la CIA proporcionar información de inteligencia sobre objetivos en suelo ruso. Pero la CIA podía solicitar “discrepancias”, exenciones para apoyar ataques contra objetivos específicos. Los servicios de inteligencia habían identificado un gran depósito de municiones en Toropets, a unos 466 kilómetros al norte de la frontera ucraniana. El 18 de septiembre de 2024, un enjambre de drones se estrelló contra el depósito de municiones. La explosión, tan potente como un pequeño sismo, abrió un cráter del ancho de un campo de fútbol. Más tarde, se permitió a la CIA posibilitar ataques ucranianos con drones en el sur de Rusia para intentar frenar los avances en el este de Ucrania.
Los desacuerdos políticos en Ucrania contribuyeron al colapso de la contraofensiva de 2023
La contraofensiva de 2023 pretendía cobrar impulso tras los triunfos del primer año. Pero después de que los socios realizaran simulaciones militares en Wiesbaden y acordaran una estrategia, el plan se estrelló de frente con la política ucraniana.
El jefe de las fuerzas armadas ucranianas, el general Valery Zaluzhny, apoyó el plan, cuya pieza central era un asalto en dirección a la ciudad meridional de Melitopol que cortaría las líneas de suministro rusas. Pero su rival y subordinado, el coronel general Oleksander Syrskyi, tenía su propio plan: empalar a las fuerzas rusas en Bajmut, una ciudad oriental bajo ocupación. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se puso de su parte y dividió las municiones y las fuerzas entre dos frentes principales en lugar de uno. Los ucranianos nunca recuperaron Bajmut, y en pocos meses, la contraofensiva acabó en fracaso. Rusia tenía ahora la ventaja.
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