‘El jefe de todos y de todo’: Trump pretende influir en muchas esferas
El presidente de Estados Unidos ha utilizado el peso de su papel como mandatario para presionar a organizaciones públicas y privadas sobre las que no tiene control directo.
WASHINGTON – El presidente Donald Trump sabe lo que quiere, y no tiene miedo de expresarlo: no más pajitas o popotes de papel, solo de plástico. No más espectáculos de drags en el Centro Kennedy. No más inodoros de bajo caudal ni cambios en las reglas del fútbol americano.
En apenas tres semanas de su regreso al poder, Trump ha dejado claro que tiene opiniones sobre muchos aspectos de la sociedad estadounidense y que espera en este segundo mandato dictar sus preferencias en esferas de la vida nacional que van mucho más allá de los límites normales guardados por los presidentes.
El alcance de sus edictos y pronunciamientos ha sido asombroso, con efectos en las artes, los deportes, los medios de comunicación, las empresas privadas y los campus universitarios. A veces, parece como si a Trump no le bastara con ser presidente de Estados Unidos. Quiere ser alcalde del distrito de Columbia, editor del manual de estilo de The Associated Press y director de recursos humanos de las empresas estadounidenses.
El impacto ha sido rápido y profundo. En las áreas en que puede hacerlo, Trump ha empleado el poder de la presidencia para promulgar los cambios más amplios y extensos vistos en tan poco tiempo. Donde no tiene poder directo, ha utilizado la fuerza del púlpito intimidatorio para presionar a otros a someterse y, de hecho, ha obligado a organizaciones privadas a realizar cambios que, en teoría, lo complacerán.
Empresas y universidades de todo Estados Unidos han eliminado las políticas de diversidad, equidad e inclusión que Trump desprecia. Hollywood se resistió a distribuir una película poco favorecedora sobre sus días de juventud, mientras que no vaciló en promocionar un documental de 40 millones de dólares sobre Melania Trump, del que ella es productora ejecutiva remunerada. Los propietarios de medios de comunicación han ajustado su postura para evitar enfadarlo.
A Trump nunca le han faltado opiniones, ni ha dudado en compartirlas. En su época de promotor inmobiliario, despotricó contra los ejecutivos que no cumplían sus exigencias específicas y, durante su primer mandato en la presidencia, pontificó a menudo sobre todo tipo de cuestiones.
Pero después de ganar un segundo mandato en gran parte gracias a llamamientos a una guerra cultural dirigidos a los estadounidenses que piensan que el país ha cambiado demasiado, Trump parece más decidido que nunca a ir más allá de los comentarios expertos y punzantes y reorientar el país hacia su visión de lo que debería ser.
“Los esfuerzos de control cada vez mayores de Trump parecen una extensión de la marca con esteroides”, opinó Gwenda Blair, estudiosa de mucho tiempo del presidente y autora de The Trumps, una biografía de varias generaciones de la familia.
“En su época de bienes raíces se promocionaba a sí mismo como el negociador con más éxito del país. Durante El aprendiz, se transformó en el jefe del lugar de trabajo de la nación. En la última década, se ha expandido al jefe del Partido Republicano y del gobierno federal. Y ahora se está convirtiendo en el jefe de todos y de todo”, comentó.
Mientras se preparaba para asistir al Super Bowl el domingo, reprendió a la NFL por cambiar sus normas sobre la patada inicial. “¿De quién fue la idea de arruinar el partido?”, escribió en las redes sociales. Dijo a The Washington Post que su columnista Eugene Robinson “¡¡¡Debería ser despedido inmediatamente!!!” por los comentarios críticos que hizo en el programa Morning Joe de MSNBC.

Trump no siempre se sale con la suya; la NFL no ha dado ninguna señal de que vaya a cambiar el esquema de patadas de salida a lo que solía ser, y Robinson sigue teniendo un empleo remunerado. Pero cuando el presidente firmó una orden destinada a obligar a las organizaciones deportivas a prohibir la participación de mujeres transgénero en deportes femeninos, la NCAA no tardó en secundarla.
El presidente ha intercedido incluso en asuntos que parecen no tener importancia presidencial. Esta semana firmó una orden destinada a deshacerse de las pajitas o popotes de papel que han sustituido a las de plástico en años recientes por motivos medioambientales. “¡¡¡Disfruta de tu próxima bebida sin una pajita que se disuelve asquerosamente en tu boca!!!”, escribió en las redes sociales.
Le ordenó al recién juramentado administrador de la Agencia de Protección Ambiental que centre su atención en las normas de caudal de agua “relativas a FREGADEROS, DUCHAS, INODOROS, LAVADORAS, LAVAVAJILLAS, etc. y vuelva a las normas de sentido común sobre las BOMBILLAS”. (Lleva mucho tiempo obsesionado con los inodoros que tienen poca descarga y la iluminación eficiente energéticamente).
Despidió a la junta directiva de las academias militares del país, con el objetivo de renovar sus planes de estudios porque, según dijo, cree que entre su profesorado se “infiltraron ideólogos ‘woke’ de izquierda” que estaban envenenando la mente de los futuros soldados, marineros, aviadores e infantes de marina.
Esta semana, él mismo se hizo ungir presidente de la junta directiva del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, y con ello tomó directamente las riendas del centro cultural de la nación en lugar de dejarlas en manos de otros, como han hecho otros presidentes. “NO MÁS ESPECTÁCULOS DE DRAG NI OTRAS PROPAGANDAS ANTIESTADOUNIDENSES — SOLO LO MEJOR”, escribió Trump.
Nunca fue un admirador de la institución del río Potomac y durante todo su primer mandato se saltó la ceremonia anual de los honores que extiende el centro; es el único presidente que nunca asistió desde su creación en 1978. Ahora que se dio cuenta de que podía tomar control personal del centro, Trump parece encantado con la idea de ser un empresario de las artes, tanto que publicó una ilustración realizada mediante inteligencia artificial que lo presenta como director de orquesta.
Washington no es el único lugar donde Trump quiere llevar la batuta. Se espera que intente revertir el nuevo sistema de tarifas por congestión en Nueva York y declaró para The New York Post que la ciudad debería deshacerse de los carriles para bicicletas. “Son peligrosos”, dijo. La gobernadora demócrata de Nueva York, Kathy Hochul, tiene previsto reunirse con él el jueves en la Casa Blanca, donde espera convencerlo de que no intervenga en las tarifas por congestión.
Cuando no juega a ser alcalde o gobernador, Trump parece decidido a ser editor o productor ejecutivo. Afirma tener el derecho a juzgar cómo edita sus entrevistas una importante cadena de noticias —ni siquiera entrevistas suyas, sino de otras personas— y las instrucciones del manual de estilo de un servicio de noticias sobre la publicación de nombres de lugares geográficos.
Incluso antes de su toma de posesión, Trump demandó a CBS News por 10.000 millones de dólares a causa de un fragmento que la emisora tomó de una entrevista de 60 Minutes con la vicepresidenta Kamala Harris durante la campaña, argumentando que la hizo parecer más lista de lo que realmente era. El presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones que Trump designó hace poco ya comenzó a revisar el trabajo de edición de CBS.

El presidente ha demostrado que está dispuesto a utilizar su poder para intentar dictar cambios, incluso en asuntos aparentemente triviales. Firmó una proclamación unilateral en la que declaró que el golfo de México debe llamarse ahora golfo de América y ahora está intentando obligar a organizaciones privadas a utilizar la denominación.
Esta semana, la Casa Blanca le impidió a un reportero de Associated Press entrar en el Despacho Oval para una reunión de prensa con el presidente porque la organización no había cambiado su guía de estilo oficial para reflejar el cambio de nombre a golfo de América. A un segundo reportero de AP se le impidió posteriormente el acceso a un acto en la Sala de Recepciones Diplomáticas de la Casa Blanca.
Associated Press explicó que es una agencia de noticias internacional que presta servicio a audiencias de todo el mundo que siguen llamando golfo de México a esa masa de agua. La Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca protestó en su nombre. “La Casa Blanca no puede dictar cómo presentan la información las organizaciones de noticias”, declaró Eugene Daniels, presidente de la asociación.
Pero eso no significa que no lo vaya a intentar. Y cada vez hay más gente dispuesta a obedecer. El mismo día de la conmoción con AP, Apple, cuyo mapa del iPhone hasta ese momento había conservado el nombre golfo de México, lo cambió por golfo de América.
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