El «trauma histórico» del coronavirus en Italia: Expertos de ese país analizan cómo la pandemia cambiará la sociedad

En medio de «la crisis más grave desde la II Guerra Mundial».

ROMA – La investigación científica reciente indica que el coronavirus comenzó a circular por el norte de Italia a inicios de enero. Sin embargo, el primer caso se diagnosticó el 20 de febrero. Para muchos, todo detonó en un partido de fútbol en el famoso estadio San Siro de Milán: allí, el 19 de febrero, 40 mil hinchas del Atalanta celebraron la victoria de 4-1 contra el Valencia por Champions League y después volvieron a sus casas, en Bergamo. La misma ciudad que tres semanas después publicó en su diario local 10 páginas de obituarios.

«No podemos ocultar la realidad que está todos los días ante nuestros ojos. Es la crisis más grave que ha experimentado el país desde la Segunda Guerra Mundial», dijo el sábado 21 de marzo el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte. Esa misma jornada, en 24 horas, murieron 793 personas a causa del coronavirus. «Tenemos que resistir», agregó mientras más de 60 millones de italianos permanecían -permanecen aún- en sus casas.

Fue la primera democracia de occidente en registrar un brote de covid-19 tan potente y hoy, en medio del encierro, los contagios y muertes no cesan. Hasta ayer domingo, Italia registraba 97.689 personas infectadas y 10.779 fallecidos, la cifra más alta para un país hasta el momento. Así, todo indica que la cuarentena nacional no terminará el 3 de abril para cuando está pronosticado y, según los mismos italianos, «quizás, en el mejor de los casos, el encierro dure hasta inicios de mayo».

«El panorama es desolador, es muy difícil combatir a un enemigo invisible», dicen, «pero estamos más unidos que nunca y vamos a salir adelante, es la única forma». Palabras que probablemente hacen evocar la serie de videos que se difundieron por redes sociales, donde se veía a italianos de todas las edades, con banderas colgando desde sus balcones, cantando desde Nessun Dorma hasta Bella Ciao.

Sea como sea y más allá del optimismo, autoridades, académicos, sociólogos y cientistas políticos, desde sus distintas esquinas de estudios, coinciden en que «la Italia después del coronavirus no será igual a la Italia antes del coronavirus».

Es más, algunos incluso comparan esta pandemia con la de la peste negra y, junto con ello, vislumbran un posible Renacimiento 2.0 cuando todo haya pasado. Pero ¿sería posible? ¿Qué cambiará en Italia? ¿Cómo afectará esta catástrofe a la sociedad italiana y su identidad? ¿Qué se pierde y qué se gana?

Derecha e izquierda, la convergencia política

Tras el estallido del coronavirus en Italia, mucho países ocuparon su experiencia como el «anti-ejemplo», acusando que el Gobierno dejó pasar casi 20 días antes de implementar medidas de confinamiento ciudadano. «En Italia hay un cierto caos que revela que los poderes políticos, sanitarios y religiosos están extremadamente debilitados», analiza Antonio Leal, sociólogo de la Universidad de Nápoles y Doctor en Filosofía de la Universidad de Roma.

«Esta pandemia los sorprendió en una crisis de gobernabilidad de larga data, donde las autoridades no estuvieron en condiciones de asumir con fuerza las tareas que había que asumir para frenar el coronavirus», agrega.

Y si bien muchos italianos desde sus casas coinciden con el diagnóstico de Leal, también hacen énfasis en que fue la misma ciudadanía la que no dimensionó la amenaza y no cumplió con los llamados del Gobierno a quedarse en casa.

«No sorprende que inicialmente algunos medios extranjeros hicieran circular análisis superficiales del caso de Italia: pagamos el precio de ser el primer país occidental en ser arrasado por este tsunami y estamos dos semanas adelantados en la curva respecto a otros», comenta Giovanni Agostinis, doctor en Ciencia Política y magíster en Relaciones Internacionales de la Universidad de Bolonia (Italia). «A mi manera de ver, la tardanza no fue tanto del resultado de las divisiones que hay dentro del espectro político de los partidos italianos, sino que de una real incapacidad de medir la gravedad de la amenaza y de definir cuáles eran las medidas correctas», opina.

Pero precisamente sobre «las divisiones del espectro político» es que Agostinis se detiene y analiza lo que ha sucedido desde el brote del coronavirus. «Creo que en este momento el país está viviendo una convergencia política inevitable hacia una suerte de configuración de solidaridad nacional».

En ese sentido, comenta que tanto partidos del oficialismo, que respaldaron la segunda elección de Conte, como los de la oposición más dura (La Lega liderado por Matteo Salvini y Fratelli d´Italia dirigido por Giorgia Meloni, ambos de derecha) se han unido en torno a un discurso de solidaridad. De todas formas, remarca, hay críticas hacia el Ejecutivo, sobre todo por la «modalidad excesivamente presidencialista de dejar todas las medidas de emergencia en manos del primer ministro», acusan desde la oposición.

Consultado por el futuro político de Italia post coronavirus, Giovanni Agostinis explica que es muy difícil anticipar qué va a pasar, sobre todo considerando que todo va a depender de qué escenario se genere a nivel europeo. «Pero yo veo acá una extraña y bastante singular convergencia entre izquierda y derecha italiana, entre Gobierno y oposición, en exigir a Europa, y en particular a los países del norte, medidas fuertes para combatir esto y, por ejemplo, compartir deuda pública».

La sensación de abandono y la fragmentación de la Unión Europea

«Es trágico decirlo, pero Europa -entendida como la Europa supranacional, la Comisión Europea- no existe en este momento», afirma Agostinis. «Las instituciones han llamado a la solidaridad y han levantado algunas restricciones, pero no ha habido una voz de respuesta supranacional que esté al nivel de lo que significa esta pandemia».

«Lo que se ve es una real y desconcertante falta de solidaridad entre los países», enfatiza y define lo que serían los dos bloques actuales que se ven hoy en Europa: por un lado los países Mediterráneos, muy afectados por el coronavirus y preocupados por las repercusiones; y por otro, los países del norte, que consideran que la manera de enfrentar la crisis es a través de los instrumentos ya existentes. Sin embargo, muchos de esos mecanismos tienen condiciones que actualmente países como Italia, España y Francia no pueden cumplir debido al covid-19.

«Hay una notoria división y comparto una idea que es bastante dramática: Europa o sale fortalecida de esta crisis estructural o corre realmente el riesgo de fragmentarse. Países podrían dejar de cumplir con algunas normas o reglas de la UE como respuesta unilateral a la incapacidad de tomar una decisión conjunta frente a esta pandemia (…). Creo que Europa se está jugando una parte importante de su futuro».

Y como ejemplo concreto, Agostinis se refirió a las declaraciones del viernes del ministro de Finanzas de Holanda, Wopke Hoekstra, quien se negó a apoyar a los países del sur argumentando que países como el suyo y Alemania se han encargado de reforzar sus fondos desde la crisis de 2008, mientras que otros no.

Además, pidió abiertamente a la Comisión Europea que se investigara por qué países como Italia y España no tienen un margen presupuestario para luchar contra el coronavirus pese al crecimiento económico de la zona euro en los últimos siete años. Ante esto, el experto italiano enfatiza: «Este es el corazón de la batalla que está liderando el sur de Europa y que tiene que ver con la escalofriante falta de solidaridad entre los gobiernos europeos».

¿Un auge de patriotismo italiano?

En medio del encierro y del sentimiento de abandono por parte del resto de los países europeos, Italia canta su himno y sus grandes éxitos musicales desde los balcones de cada edificio y repite dos mensajes a través de banderas con escritos: «Unidos más que nunca» y «Todo estará bien».

El sociólogo Antonio Leal, considera que más que patriotismo, lo que se está viviendo en el país es un aumento de solidaridad y optimismo.

«¿Por qué cantan? Porque los italianos encuentran a través del arte y la cultura el elemento unificador de su identidad, a diferencia de otros países. Los italianos nunca han ganado grandes guerras, salvo en la época del Imperio Romano, pero los italianos son grandes fantasistas, grandes arquitectos, grandes poetas, escritores, profesores, son un pueblo extremadamente creativo, por eso la cultura es su canal de expresión», analiza.

Por su parte, Agostinis desde su casa en Venezia no ve «patriotismo», sino que «el resurgimiento de la solidaridad nacional que caracteriza a esta sociedad». «La italiana es una sociedad que valora mucho a la familia, valora mucho las celebraciones sociales, es una sociedad mucho menos individualista que otras sociedades de mercado liberales europeas, entonces veo más solidaridad que nacionalismo».

«Renacimiento 2.0»

Tal como lo fue la peste negra en el siglo XIV, los analistas coinciden con que la pandemia del coronavirus significará un «trauma histórico» para Italia y que «de las decisiones que se tomen hoy, se dará forma al mundo del futuro».

En ese mundo del futuro, Leal ve que «en una sociedad como la italiana, con un tejido democrático muy amplio de debates y con una capacidad de reflexión cultural muy sólida, el ‘dopo-virus’ podría vivirse como un Renacimiento 2.0». Y en ese eventual resurgimiento, los expertos ya ven cuatro puntos en los que Italia no volvería ser la misma:

1.- «El inevitable replanteamiento de la economía italiana»

De acuerdo a Agostinis, dado que el virus llegó muy probablemente por el alto nivel de turismo que tiene Italia, «es necesario ver cómo esta pandemia ha demostrado que vamos hacia un mundo en que vamos a vivir cada vez con más frecuencia interrupciones producto de la globalización y la crisis climática. El turismo parece una gallina de huevos de oro, pero es muy vulnerable a este tipo de eventos y lo que debería pasar es que se repensara el modelo económico».

Así, plantea «un modelo que incorpore producciones industriales nacionales y que invierta en actividades que han sido externalizadas en los últimos años. Obvio que el turismo seguirá siendo clave, pero no creo que vaya a volver con la misma intensidad que antes, porque la gente va a tener miedo durante mucho tiempo».

2.- La relación con los adultos mayores

Italia es el país con mayor porcentaje de adultos mayores de toda la Unión Europea: un 22% de la población tiene sobre 65 años, es decir unos 14 millones de italianos. «A mí toda la vida me enseñaron a valorar y admirar a mis abuelos, ellos fueron a la guerra por nosotros y creo que el respeto hacia ellos es parte esencial de nuestra cultura», cuenta desde su cuarentena en Roma un padre de familia.

Pero más allá de la admiración enraizada en el ADN de la identidad italiana hacia las generaciones del pasado, la crisis del coronavirus «hace que países como Italia, tengan que repensar la relación con los adultos mayores», dice Leal.

«Antes, ser viejo era tener 65 y 70, uno jubilaba y moría. Hoy, en cambio, uno jubila y puede vivir fácilmente 20 o 25 años más… pero ¿bajo qué condiciones? es cierto que en Italia el rol del adulto mayor en la crianza de nietos, por ejemplo, está mucho más marcada que acá, pero lo cierto es que en muchos países, también en Italia, la sociedad no ofrece grandes alternativas de qué hacer después del retiro. Eso es algo que se tiene que revisar en todos lados».

3.- Educación y teletrabajo

Giovanni Agostinis prevé que «la difusión del teletrabajo y de la enseñanza escolar y universitaria a distancia serán importantes también en el futuro. Hoy se están poniendo a pruebas nuevas formas de trabajar y de aprender». En ese sentido, un estudiante universitario de Milán contó que antes del coronavirus nunca había tenido una clase online. Hoy, lleva tres semanas estudiando bajo ese formato y «claramente fue como evolucionar años luz en muy poco tiempo, aunque a la fuerza».

4.- Repensar el individualismo

Para Leal «esta pandemia debería llevarnos a la transformación y a repensar el individualismo del mundo contemporáneo. Esta transformación debería nacer del hecho de que en un mundo donde nos sentíamos invencibles, un virus nos colocó de rodillas a todos, a la economía, a los gobiernos, a la ciencia. Entonces el cambio tiene que estar regido por el hecho de que sólo la cooperación resuelve problemas como este, la colaboración entre seres humanos es esencial y hay que salir de las pequeñas islas en las que habitamos hoy para prepararnos, porque los peligros van a seguir existiendo después de que pase el coronavirus».

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