«Era un imbécil» y «le teníamos miedo»: La faceta más oscura de Michael Jordan, el ídolo al que solo le importaba ganar

«Air» maltrató a sus compañeros. Les pegó y hasta los dejó sin comida por haber hecho un mal partido.

LOS ÁNGELES – Michael Jordan es quizá el atleta más destacado de todo el siglo XX. Sobre una cancha de básquetbol hizo cosas que lo hacían parecer un dios terrenal. Ganó seis anillos de campeón en la NBA e innumerables distinciones individuales que lo convirtieron en un ícono global. «Sé como Mike», rezaba la famosa publicidad de Nike en los noventa. Sin embargo, detrás de las sonrisas y los llantos por los campeonatos se escondía un hombre con una ambición voraz y que el propio «23» califica de egoísta.

Jordan siempre se hacía una pregunta: «¿De qué sirve jugar en equipo si no ganamos?». Reconoce que su comportamiento pudo ser el de un tirano, pero una derrota no era aceptable bajo ningún punto de vista.

El surgido en la Universidad de Carolina del Norte se exigía más allá de los límites, física y mentalmente, y no esperaba menos de sus compañeros. A varios de ellos los maltrató «para sacar su mejor versión».

En un entrenamiento, Steve Kerr tuvo que marcarlo y sufrió una serie de insultos de grueso calibre, el mismo «trash talking» que le dedicaba a los rivales. El actual coach de los Warriors no entendía tanta agresividad y poco a poco se comenzó a molestar. La tensión llegó a su punto máximo cuando Jordan le hizo una dura falta. «Él se suelta y me pega en el pecho. Yo me suelto y le pego directo en su puto ojo…. Phil (Jackson) me echó de la práctica», confesó «Air» en el documental «The Last Dance».

El pívot Horace Grant también sufrió con la odiosidad del medallista olímpico. Cuando viajaban en un avión, Jordan le pidió a la azafata que no le diera comida. No se la merecía porque no había hecho un buen partido.

«Metía miedo su agresividad por ganar. Nosotros, sus compañeros le teníamos miedo. El miedo que metía era imponente», admitió Jud Buechler.

Will Perdue fue más allá, aunque cree que era necesario: «Digamos las cosas como son: era un cretino, era un imbécil. Se pasó muchas veces de la raya. Pero a medida que pasa el tiempo y piensas lo que él hacía para lograr lo que logramos, en realidad piensas: ‘Sí era un gran compañero de equipo'».

Su gran escudero, Scottie Pippen, tiene la misma opinión. Sin ese «villano», no habrían alcanzado ese éxito descomunal que los ubica entre los mejores equipos de la historia. «Yo necesitaba que él fuera el tipo duro, el malo», dijo.

El entrenador Phil Jackson trataba de bajarle la ansiedad, de explicarle que no podía tratar así a sus compañeros. Jordan no se arrepiente. Era su equipo y él ponía los parámetros. Luces y sombras de un héroe moderno.

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