La retirada de los moderados da aliento a Biden frente a Sanders en las primarias demócratas

El veterano izquierdista se mantiene primero en los sondeos ante la decisiva cita del Supermartes. Buttigieg, Klobuchar y Beto O’Rourke pidieron el voto para Biden.

Las primarias demócratas han dado un giro crucial apenas un día antes de celebrarse el Día D de la carrera, el Supermartes, cuando se acumulan hasta 16 votaciones, entre ellas, las de los dos Estados más poblados, California y Texas. La retirada de Tom Steyer, Pete Buttigieg y Amy Klobuchar, anunciadas en los últimos tres días, reduce el número de aspirantes considerados moderados en la pugna por la candidatura para 2020, lo que puede complicar la vida al senador izquierdista Bernie Sanders, claro líder gracias en buena parte a la diseminación del voto más centrista. Por la noche de este lunes, Buttigieg, Klobuchar y el texano Beto O’Rourke, que se retiró antes, pidieron el voto para Biden. La maquinaria del partido se ha puesto en marcha para impulsar al vicepresidente de la era Obama.

Las primarias demócratas para elegir al candidato para las presidenciales han recordado hasta ahora, en muchos aspectos, a las republicanas de 2016, que llegaron a contar hasta con 16 pretendientes. Entonces, un aspirante heterodoxo y enfrentado al establishmentrepublicano, Donald Trump, se enfrentaba a una ristra de nombres más o menos conservadores, pero tradicionales hombres de partido. Entre ellos, había un precandidato dinástico que parecía idóneo para la contienda, Jeb Bush, pero se desinfló en cuanto comenzaron las votaciones reales. Desde las antípodas ideológicas y de talante, algo parecido ha ocurrido con Sanders y el Partido Demócrata en estas primarias.

Todo lo que queda a la derecha del veterano Bernie Sanders, independiente y declarado socialista en un país que suele asociar este término al comunismo, y de la senadora Elizabeth Warren, se considera voto moderado y este ha quedado diseminado en tantos aspirantes —ha llegado a haber más de 20 precandidatos— que la carrera de Sanders ha cobrado una fuerza formidable. Y ha llevado a los pesos pesados del Partido Demócrata a un estado de pánico. Con Biden, el Jeb Bush de este 2020, pinchando en las primas citas, temen que un político tan escorado a la izquierda pueda no solo favorecer la reelección de Trump en noviembre, sino provocar además la pérdida de escaños en el Congreso, que también se renueva parcialmente en noviembre.

Así, conforme han avanzado las votaciones (Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur) ha aumentado la presión para que los candidatos considerados moderados y sin posibilidades claras de ganar —la mayoría— se hagan a un lado y fortalezcan la alternativa centrista del vicepresidente de la era Obama.

Klobuchar, la senadora de Minnesota, tenía previsto formalizar su retirada en un mitin en Dallas el lunes por la noche, si bien fuentes de su campaña ya avanzaron la decisión poco después del mediodía y añadieron, además, que daría su respaldo a Biden. Buttigieg, que anunció su adiós el domingo, no hizo público su apoyo a ningún precandidato en la contienda, aunque el mensaje de despedida dejó clara su postura a favor de una opción moderada que aúne a estadounidenses de diferentes filias.

“El objetivo de esta campaña era unificar a los americanos para derrotar a Donald Trump”, recalcó Buttigieg ante sus seguidores, y apeló a la “responsabilidad” del resto. “Necesitamos liderazgo para curar a una nación dividida, no para separarnos más aún”, añadió, en una línea similar a lo que ha defendido durante su campaña, sobre todo en los últimos meses, señalando directamente a Sanders.

Klobuchar, que se postulaba con la bandera del pragmatismo y los buenos resultados, no llegó a alcanzar un número significativo de delegados en los cuatro primeros asaltos de las primarias y su mejor resultado fue New Hampshire, donde quedó tercera. Buttigieg, sin embargo, ganó en Iowa, quedó segundo en New Hampshire, y ya ha hecho historia: no solo por ser el más joven de esta carrera (38 años), o el primer precandidato abiertamente homosexual, sino porque con la escasa experiencia política de la alcaldía de South Bend, una ciudad de 100.000 habitantes en Indiana, se colocó a la cabeza.

La clave ahora es adónde irán sus votos. No tiene por qué darse por hecho que Biden los acapare ni que la operación para frenar a Sanders fructifique. En algunos sondeos sobre segundas opciones predilectas, los seguidores de Buttigieg señalaban a Sanders, en otras, a Biden. Los de Klobuchar, sí parecen más orientados a Biden. La consolidación en nombres, en cualquier caso, sí tiene un perjudicado: Sanders. Pero el senador llega con mucha fuerza a citas clave como la de California, el Estado más poblado y que reparte hasta 415 delegados, donde supera el 30% en las encuestas. Elizabeth Warren no ha logrado hacerle sombra en el flanco izquierdista.

Biden llega fortalecido —casi resucitado— tras su rotunda victoria en Carolina del Sur este sábado, pero se enfrenta ahora a un duro competidor del ala moderada, el multimillonario Mike Bloomberg, que debuta este Supermartes tercero en los sondeos y con una inversión publicitaria acumulada de 500 millones de dólares, más que el resto de rivales juntos. Decidió presentarse muy tarde, en noviembre, para frenar la ola izquierdista de Sanders, pero su recorte de votos a Biden puede acabar beneficiando al senador de Vermont. Junto a Sanders, Biden, Bloomberg y Warren sigue en la carrera la congresista por Hawai Tulsi Gabbard, las más peculiar de las aspirantes, que ha acusado a su partido de corromper las primarias y recibe los parabienes de la extrema derecha.

En el momento de mayor diversidad de la historia en la política estadounidense —en cuanto a raza, edad, género y orientación sexual—, la pugna por la presidencia está dominada por cuatro hombres blancos septuagenarios: los aspirantes que lideran las primarias demócratas —Bernie Sanders (78 años), Joe Biden (77) y el multimillonario Mike Bloomberg (78)— y el actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, de 73.

 

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