Miles peregrinan a histórica iglesia en Nuevo México

SANTA FE – Miles de católicos marchan hacia una histórica iglesia de adobe en el norte de Nuevo México, parte de una tradición de Semana Santa que abarca generaciones, portando pesadas cruces de madera y orando al atravesar la meseta desértica.

El Santuario de Chimayó, al norte de Santa Fe, es uno de los centros de peregrinación más importantes de Estados Unidos. Algunos viajeros creen que la tierra misma tiene poderes curativos. También vienen a ver a Nuestro Señor de Esquipulas, un crucifijo que, según la leyenda, fue descubierto en el lugar a principios del siglo XIX.

La mayoría de los peregrinos inician el trayecto el Viernes Santo, y trabajadores estatales del transporte, agentes de policía y otros voluntarios se instalan en los caminos para garantizar la seguridad.

En un mensaje de Pascuas, el arzobispo de Santa Fe, John Wester, exhortó a los fieles a pensar en cómo promover la paz y ayudar al prójimo.

“Se nos convoca a promover la santidad de la vida humana, defender los derechos de los oprimidos, buscar a los perdidos y orar por el bien de nuestra iglesia y el mundo”, escribió.

La arquidiócesis de Santa Fe, una de las más antiguas de Estados Unidos, está integrada por muchas misiones que se remontan a la época en que los conquistadores españoles y los sacerdotes que los acompañaban buscaban convertir al cristianismo a los indígenas del valle del río Bravo y las zonas circundantes.

Los indígenas pueblo de la zona de Chimayó creían que espíritus sanadores habitaban en las aguas termales. Esas aguas se han secado, pero muchos creen que la tierra del lugar tiene poderes curativos.

El Santuario de Chimayó es un monumento histórico nacional decorado con artesanías hispanas del siglo XIX como santos y frescos religiosos. Los muros de una sala están cubiertos por notas de agradecimiento de quienes dicen que se les han curado sus dolencias, mientras que los bastones y aparatos ortopédicos amontonados sirven de prueba de los milagros que suceden en el Santuario.

Otro lugar de peregrinación es el Cerro de Tomé, una colina que se alza en la llanura aluvial del río Bravo. Tres cruces se alzan sobre la cima, y cientos de petroglifos en las piedras basálticas del monumento revelan que ha sido un centro de ceremonias y oración durante siglos.

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