¿Qué viene para Perú tras la asunción de Pedro Castillo como presidente de izquierda?

LIMA – El nuevo presidente del Perú Pedro Castillo escogió un camino complejo y pretende cambiar el pasado, el presente y el futuro del país. Tal es la impresión que dejó luego de su mensaje en la posesión del mando, el 28 de julio, el día que el Perú celebró sus 200 años como república.

Su mensaje a la nación también dejó claro que la era Castillo será de sobresaltos, de sorpresas diarias y de incertidumbre permanente.

Se nota la distancia entre Castillo y la tradición en toda la historia política del Perú a juicio de Justo Linares, el usuario más antiguo de la Biblioteca Nacional y periodista político desde el gobierno de Manuel Prado en 1956.

“Nunca como ahora se ha dividido tanto el país”, afirmó Linares. “El mensaje duró una hora. Medio tiempo para una revisión de los hechos, una exposición prudente, sin mayores aristas de confrontación. Y en la media hora siguiente sacó las garras. Fue un alúd de propuestas, casi revisó toda la historia política del Perú, no le importó que estuviera presente en el Congreso el Rey de España Felipe VI y criticó la conducta de España durante la conquista y el virreynato”.

Por primera vez un presidente asume el cargo sin tener definido su gabinete de gobierno ni su primer ministro.

Esta lentitud de reacción en un país que ha sufrido alrededor de 200,000 muertos por la pandemia y vive un momento político bipolar por la pugna entre las fuerzas de derecha e izquierda se debe a los desacuerdos entre el nuevo presidente y Vladimir Cerrón, el dueño del partido Perú Libre que lanzó al poder a Castillo.

Cerrón, graduado como médico en Camagüey, Cuba, marxista leninista declarado, admirador de Fidel Castro, el “Che” Guevara y Hugo Chávez y condenado a cuatro años de libertad condicional por delitos de corrupción cuando fue gobernador de la región de Junín, pretende imponer a su gente, seguir el modelo de Cuba y Venezuela, cambiar la constitución y perpetuarse en el poder.

El plan de Castillo es menos brutal, más apegado a la legalidad y ahí se produce el conflicto con Cerrón.

En su mensaje a la nación, el nuevo presidente ratificó su promesa de campaña de convocar a una asamblea constituyente y un referéndum para cambiar la constitución de 1993. Dijo que ese cambio lo hará respetando el ordenamiento legal del Perú, sin embargo, la constitución peruana no contempla la figura de la asamblea constituyente ni de un referéndum y todo cambio que se quiera hacer en la ley maestra debe ser a través del Congreso.

Tampoco Castillo vivirá en Palacio de Gobierno, como lo han hecho todos los gobernantes desde que se instaló ahí en 1535 el conquistador del Perú Francisco Pizarro.

“Yo no gobernaré desde la Casa de Pizarro porque creo que tenemos que romper con los símbolos coloniales para acabar con las ataduras de dominación que se han mantenido vigentes por tantos años”, anunció en su mensaje. “Cederemos este palacio al nuevo Ministerio de las Culturas para que sea usado como museo que muestre nuestra historia”.

En una conferencia con la prensa extranjera, el presidente saliente Francisco Sagasti comentó sobre la visita que hizo Castillo a palacio y el entonces presidente electo realizó un comentario con humildad y ternura.

“Yo estoy acostumbrado a estar en mi casa, tener mis animalitos”, confesó Castillo. “¿Dónde pondría mis animalitos acá en Palacio de Gobierno”.

Castillo, de 51 años, es un profesor rural de escuela primaria y también campesino. Se siente tieso con los protocolos de un presidente y esa rigidez también la muestra en sus convicciones políticas.

Tendría que soltarse no solo en su comportamiento personal sino, sobre todo, en el ideológico para navegar de manera pragmática en las tormentosas aguas de la realidad peruana.

Anunció que su gobierno se ha trazado como meta vacunar al 70% de la población de un Perú de 33 millones de habitantes; prometió disponer $3,500 millones para reactivar la economía, crear un millón de empleos en un año; iniciar el proyecto del Tren Inca de Cajamarca a Cusco y el de la Costa de Tumbes a Tacna, en las fronteras con Ecuador y Chile, respectivamente.

También anunció la creación del Ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica; volver al servicio militar obligatorio para los jóvenes que no trabajen o no estudien; involucrar a las Fuerzas Armadas en proyectos de desarrollo y obras de ingeniería y ampliar a todas las regiones del país los hospitales especializados.

Dijo que se debe expandir “el sistema de rondas campesinas”, creadas hace muchos años en la Sierra del país para luchar contra los ladrones de ganado y el terrorismo. El nuevo enemigo es la delincuencia en las ciudades, pero de inmediato saltaron las alertas porque claramente estas rondas pueden convertirse en una fuerza de choque similar a los Comités de Defensa de la Revolución en Cuba, que funcionan como el puño, ojos y oídos del régimen.

No habló de política internacional ni se refirió a los rumores que señalan que expulsará a la DEA del Perú, ni al trato que se dará la inversión privada.

El expresidente de Bolivia Evo Morales asistió al cambio de mando en el Perú y habló fuerte sobre la necesidad de industrializar la hoja de coca. En el Perú apenas el 12 por ciento de la producción de coca se deriva al uso popular y el resto va a la producción de cocaína.

Castillo aclaró que se respetará la propiedad privada, no se estatizará la economía ni habrá controles en el uso de moneda extranjera.

Luego del mensaje del nuevo presidente, el panorama en el Perú no se ha aclarado. Será difícil que Castillo pueda cumplir durante su mandato todo lo prometido y que sus propuestas sean efectivas. También será difícil que Cerrón pueda imponer en el Perú sus políticas retrogradas, sus amenazas contra la libertad de prensa, su deseo de aplastar la economía de libre mercado y, sobre todo, que se eternice en el poder como lo ha remarcado.

Lo único seguro es que si Castillo no aprende a conducir un país sin complicarse tendrá unos cinco años recios y el enorme peligro que no los complete como sucedió en el Perú en el quinquenio pasado en el que tuvo cuatro presidentes.