«Sin vacuna, sin trabajo»: Fiyi impone la inoculación obligatoria contra el covid-19
De acuerdo con la medida, los funcionarios deberán tomar vacaciones si no han recibido su primera inyección el 15 de agosto y corren el riesgo de ser despedidos si la segunda no se les administra antes del 1 de noviembre.
El Gobierno de Fiyi, archipiélago del Pacífico, que se enfrenta a un brote de casos de covid-19 de la muy contagiosa variante Delta, anunció que los empleados públicos y privados del país se verán obligados a vacunarse en las próximas semanas.
El primer ministro Frank Bainimarama anunció que los funcionarios deberán tomar vacaciones si no han recibido su primera inyección el 15 de agosto y corren el riesgo de ser despedidos si la segunda no se les administra antes del 1 de noviembre.
Los empleados del sector privado deberán haber recibido su primera dosis el 1 de agosto. En caso de infracción, el trabajador será castigado con una multa considerable y su empleador se arriesga a un cierre administrativo.
«‘Sin vacuna, sin trabajo’, es lo que la ciencia exige por razones de seguridad y es ahora la política del gobierno», anunció el jueves por la noche Bainimarama en un discurso.
Esta decisión drástica es una respuesta de las autoridades al hecho de que la población ignora en gran medida las recomendaciones sanitarias, en particular los imperativos de distanciamiento social y la obligación de llevar la mascarilla.
Una actitud ampliamente señalada como una de las razones del brote epidémico. Antes de abril, Fiyi no había registrado ningún caso de transmisión local del virus. Pero una falla en el dispositivo de cuarentena permitió que la muy contagiosa variante Delta se propagara como un reguero de pólvora en la población.
Sistema de salud al borde de la saturación
El archipiélago registra actualmente más de 700 nuevos casos al día. El sistema de salud del país, notoriamente infraequipado, se encuentra al borde de la saturación. Hasta el punto de que el hospital más grande del archipiélago, situado en la capital Suva, anunció esta semana que su morgue está llena e instó a las familias de las víctimas del covid a ir a recoger los cuerpos de sus familiares.
Bainimarama se negó a ordenar un confinamiento nacional, destacando, por una parte, el coste económico de tal medida y, por otra, la dificultad de aplicarla en algunos barrios pobres y muy densos de la capital.
Sin embargo, impuso confinamientos localizados en zonas especialmente afectadas, en particular en Suva, mientras que la campaña de vacunación, que se basa en la vacuna AstraZeneca, avanza.
Fiyi tiene 930.000 habitantes. En este momento, cerca de 340.000 adultos han recibido su primera dosis.
Bainimarama lamentó el efecto contraproducente de la desinformación sobre las vacunas, especialmente en línea, al sostener que no había sufrido ningún efecto secundario después de las inyecciones.
«No fui magnetizado por la vacuna, no me implantaron un microchip, no recibí la marca de la Bestia ni de ninguna otra criatura», lanzó en referencia al Apocalipsis de Juan.
Anunció que comenzarían a imponerse multas a quienes no lleven mascarillas, participen en reuniones ilegales o violen las normas de cuarentena.
El origen del brote se remonta al 17 de abril, cuando dos fiyianos que regresaban de India, a través de Singapur, contaminaron en un centro de cuarentena a un militar que luego transmitió el virus al resto de la población.
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